Mercedes Sosa, la cantora de Latinoamérica

El portón principal de color verde del estadio de Estudiantes (“El Coliseo”) que daba a la calle Aristóbulo del Valle todavía estaba cerrado a la hora que debía comenzar el show. Miles de personas pugnaban por entrar y los gritos y los golpes a la chapa eran cada vez más fuertes. A lo lejos se empezó a escuchar su voz y el sonido de la banda que la acompañaba.

En ese momento, la turba ya rugía enajenada porque creía que el espectáculo había comenzado sin su presencia. Un rato más tarde, el portón finalmente se abrió y todos entraron a los empujones, sin esperar que alguien les indicara dónde ubicarse.

Mercedes Sosa volvía a presentarse en San Luis cuando la democracia ya había sido recuperada. Pero la organización —un poco improvisada— de aquel show generó varias polémicas y durante mucho tiempo en la ciudad se habló más de lo que pasó antes y después del recital, y muy poco del gran espectáculo que brindó.

El escenario se montó sobre el césped de la cancha y la cantidad de gente fue tanta que casi podría decirse que “estábamos todos”, porque después se supo que mucha gente entró sin tickets; una actividad bastante común en esa época.

Las canciones se volvieron a corear con más fuerza que nunca, aunque el sonido aquella noche no fue el adecuado. Mercedes venía de presentarse un año antes en el teatro Ópera de la ciudad de Buenos Aires (18 de febrero de 1982) con un éxito espectacular y a partir de ahí comenzó una gira que la llevaría por todo el país, acompañada por los músicos más importantes de la escena popular de esa década.

Aquellos recitales del año 1982, cuando la dictadura todavía tenía el poder en el país, fueron un antes y un después en su carrera profesional. La “Negra” venía de un largo exilio por Europa, ya se había separado de su marido (Oscar Matus) y también había perdido en París a su segundo compañero (el guitarrista Pocho Mazitelli). Y aunque llegaba sola con su hijo (Fabián Matus), su voz y sus ganas de cantar en Argentina eran más fuertes que cualquier interferencia que pudiera aparecer en su camino.

Fue sin duda la voz de Latinoamérica y hasta el final de su vida, el disco doble “Cantora”, que grabó con otros artistas consagrados del siglo XXI, fue la mejor despedida que pudo darse ella misma.

Un 4 de octubre de 2009, su vida se apagó para siempre, pero sus canciones se convirtieron en la banda de sonido de la vida de las generaciones que aún están vivas en este país.