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Santiago Ruiz Díaz: ¿Y si abrimos la… sexoterapia?

El especialista que analiza los nuevos vínculos y responsabilidades afectivas al momento de tener sexo.

Por redacción
| 05 de junio de 2023
@sexoterapia. En su cuenta de Instagram, Santiago sube videos y ofrece consultorios sobre sexo, relaciones y vínculos sanos. Foto: gentileza.

Santiago Ruiz Díaz es psicólogo especializado en sexología y virtualidad. Se recibió en 2019 y comenzó a ejercer poco antes de la pandemia. Las redes sociales y las consultas online se volvieron vitales en su trabajo, así como los términos coger, responsabilidad afectiva y pareja abierta.

 

Actualmente tiene cuentas de Instagram y YouTube en las que habla abiertamente de sexo, relaciones y psicología. Si bien el 70% de sus seguidores son mujeres, la mayor cantidad de consultas por privado las recibe de los varones.

 

 

—¿Hay una forma cultural de concebir el sexo o es instintivo?

 

—No, la palabra instinto no creo que valga para definir al sexo; somos seres pensantes y del lenguaje, el poder del instinto queda más relegado a la supervivencia. Todo lo que nos sucede en el sexo tiene que ver con lo que queremos y deseamos, tenés que comer, tomar agua, ir al baño y dormir ocho horas; mientras que, como sociedad, el sexo tiene que ver con elecciones como, cómo nos vestimos y después recién está el coito, pero cada grupo social tiene una mirada distinta. En Argentina, en particular, somos pioneros en un montón de cosas que tienen que ver con la diversidad y el género. Creo que, por suerte, tenemos un avance en materia de derechos, pero no así en términos de respeto.

 

 

—Hacés una diferencia entre el “amor” y el “amor romántico” ¿cómo definirías a cada uno?

 

—El amor romántico es un tipo de amor que no acepta las nuevas formas de pareja, que no se concibe de otra forma que desde la monogamia, hace no mucho teníamos una concepción de cómo debía ser ese amor, con el casamiento por iglesia, la familia tipo y los que estaban por fuera de esa concepción siempre se quedaban relegados como lo prohibido y creo que las redes sociales y la tecnología pusieron sobre la mesa un montón de cuestiones. El ser humano era polígamo por definición hasta que el feudalismo decidió encerrarse, tener su tierra, su familia e hijos y una única pareja.

 

 

—Últimamente se ven muchas más parejas abiertas, ¿qué tan preparados estamos para aceptar y normalizar esa forma de amar?

 

—Lo decía Lévi-Strauss, vinimos a este mundo todos preparados para tener una relación abierta. Estar preparados, esa es otra cuestión que va a depender de la capacidad que tengamos y la predisposición a romper un montón de barreras que la sociedad nos pone de lo “normal”, entendido como norma, o de afrontar lo que nos pueda llegar a pasar. Muchas veces los pacientes me dicen “yo quiero estar con otro u otra, pero no quiero que mi pareja lo esté”. Los celos son una emoción y también son el resultado de la construcción política y social; aquel o aquella que esté dispuesto a romper con eso y empezar con ese camino será el que pueda llegar a ese tipo de relaciones. Quienes no, se quedarán en la comodidad de la monogamia, que a veces es cómoda y otras no tanto.

 

 

—¿Se puede pasar de una relación cerrada a una abierta?

 

—Sí, obvio. Y se puede volver incluso. Las relaciones abiertas son un modelo vincular y relacional más de las que hay, se puede tener una relación monógama, abrir la relación y tener momentos en los que se vuelve a la monogamia. No es como un pokémon que evoluciona y no se puede volver.

 

 

—¿Cuáles son las consultas más comunes que te hacen?

 

—Falta de deseo, problemas de erección, que después te das cuenta que no pasa por eso, sino por algo emocional; personas que quieren abrir la relación y no saben cómo y después eyaculación precoz.

 

 

—Otra frase común es “ser tóxico", el término por supuesto que no, pero ¿existe alguna patología relacionada?

 

—Es una palabra nuestra que se empezó a hablar más y teorizar sobre todo con "Putita golosa"; no es en sí una patología, pero sí se puede ejercer manipulación, violencia o estar con una persona que tiene personalidad narcisista, alguien que va a ser “tóxico” de manual, pero no es que la toxicidad es algo del ser humano.

 

 

—Y, “responsabilidad afectiva” ¿Cómo nació?

 

—Pekerman acuñó esa frase, que es básicamente, una suerte de empatía en el vínculo. De decir “yo me pongo en tu lugar, entiendo que vos tenés tus necesidades y que tenés tu historia”, es el acordar cuidarse, cuidar al otro y cuidarme a mí. Entonces el vínculo será afectivo y responsable cuando se puede hablar de lo que se siente, de aquel que no miente, que no esconde y entender que, incluso, aunque no haya una relación no se pueden desaparecer. Por ejemplo, en generaciones anteriores que no separaban el sexo del amor y ahora este concepto reconoce que se puede coger sin amar, pero tampoco se puede ser deshumanizado. ¿Por qué tengo que coger y no te puedo dar un abrazo después? La asertividad es el balance y el equilibrio de no ser agresivo, ni ser sumiso y saber comunicarse de forma honesta, teniendo en cuenta que lo que se dice genera emociones en el otro.

 

 

—Cada vez se usan menos las etiquetas, “mi novio” o “mi marido”...

 

—Tiene que ver con una cuestión más saussureana, no sé si el foco está tan puesto en el vínculo, sino en el "mi" y eso es lo que más me pone contento. Ahora se habla más de vínculo porque el tema de casarse, si se lo preguntas a un pibe de 15 años, sale corriendo y antes era re común. El término permite otros grises, antes eras el “novio de” o no eras nada. Cogías con alguien, pero no sabías nada de esa persona. Esta noción permite pensar qué grises hay entre no te conozco y soy el amor de tu vida; el “mi” desde ya no va más, ahora si le decís a una pareja que es "tuya" sale corriendo.

 

 

—Se habla de generación de cristal, pero por lo que comentás, parece que es más un intento noble de ser responsable con el otro y no ser posesivo…

 

—Veo a la sociedad a través de dos grandes espejos, Instagram y mi consultorio. En ambos espacios aparecen muchas cosas, esto de hacerle de psicóloga al varón, entonces se pone mal y se angustia como el famoso cartel que decía "no maternés a tu novio" y la pregunta va por ese lado: "¿Cómo aprendo a entender estos grises entre no ser nada y ser novios?" Muchas chicas vienen y me dicen que el pibe se pone a llorar y les confiesa cosas, pero no quieren ir a terapia y ser frágiles. Ahí hay una cuestión de género de que las mujeres tienen más facilidades emocionales y se han cuestionado muchísimo más, desde 2019 hasta acá. La mujer no se esconde, sino que quiere y busca comunicación y asertividad. En cambio, el varón prefiere seguir cuantitativo: garcho con vos, bueno ahora garcho con otra y en el medio, nada, te prometo el cielo y la tierra. Creo que esto tiene que ver con una cuestión de género.

 

 

—Las relaciones homosexuales han sido más liberales a nivel sexual que los vínculos heteronormativos ¿tiene que ver con que siempre estuvieron fuera del sistema?

 

—Sí, cuánto más reprimida es la minoría, más fácil le es cuestionarse porque lo hace desde siempre, para poder sobrevivir o trascender en la sociedad. El heterosexual varón cisgénero, que vive en la cúspide de las ventajas sociales, es el que más tiene que cuestionarse porque, justamente, es el que menos necesidad tiene de hacerlo. De hecho, hay un estudio que dice que la mujer cisgénero es a la que más le cuesta llegar al orgasmo mientras que el hombre gay es el que más fácil lo logra, y esto no es culpa de las mujeres cisgénero, de hecho, las lesbianas tienen muchos más orgasmos que las heterosexuales porque en frente tienen un varón que no se cuestiona, que es egoísta y sigue sin hablar de sexo. Si cogés con una mujer hoy tenés dos veces más posibilidades de tener un orgasmo que un hombre.

 

 

—De todas formas, sigue siendo la mujer la que se cuestiona el por qué no llega al orgasmo…

 

—Sí y no. La mujer es la que más lo visibiliza, pero el hombre es el que más pregunta. Atiendo más pacientes varones que mujeres y no es un dato menor, si bien en mi cuenta @sexoterapia el público es 70% y 30% varones, son más los hombres que llegan al consultorio. Siguen sin mostrarse mucho, pero por atrás son los primeros en pedir ayuda. El hombre tiene que dejar de jugar por izquierda.

 

 

—¿Vamos hacia una evolución en las formas de vincularnos?

 

—La generación que hoy tiene entre 5 y 10 años es una generación destinada a la bisexualidad no a las monogamias, obvio va a haber excepciones, pero creo que la generalidad va a ir cambiando. El varón adolescente hoy habla mucho más de bisexualidad que antes y creo que vamos camino a una transformación en lo sexual y relacional; pero todavía tenemos mucho que trabajar en todo lo que tiene que ver con la comunidad trans. Hablamos de leyes que no tienen un año y que recién ahora estamos comprendiendo, y que vienen de un proceso larguísimo.

 

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