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El padre de la bestia

Uno de los cineastas americanos más importantes del siglo XX dejó este mundo con dos obras maestras que enaltecieron el cine de género como "The French   Connection" y "El Exorcista". además, otro puñado de piezas mostraron un cine vivo, oscuro y extraño.

Por Leonardo Kram
| 21 de agosto de 2023
Friedkin falleció el 7 de agosto a los 87 años en Los Ángeles por una complicación cardíaca. Fotos: Internet

Hace ya 50 años, Hollywood vivió su segunda era de oro, donde un puñado de cineastas del país del norte reinventaron los géneros, consolidaron la industria y atravesaron barreras estéticas que modernizaron el séptimo arte. Francis Ford Coppola, Steven Spiel-berg, Martin Scorsese y George Lucas son algunos de los directores que se vienen a la memoria. Hubo otros que si bien reinaron en esa década, no lograron mantener su popularidad, como lo fue el caso de William Friedkin.

 

Friedkin, quien falleció el pasado 7 de agosto a los 87 años, dejó como legado dos obras maestras que enaltecieron el género al que pertenecían: "The French Connection", un policial basado en hechos reales sobre un par de policías que desbaratan una banda de narcotraficantes, y "El Exorcista", un relato de terror que detalla la posesión diabólica de una niña y la lucha que entablan dos sacerdotes para salvarla.

 

Muy respetado entre pares y técnicos, se consideraba “un miembro más del equipo, el mejor pago”. “Todas las películas que he hecho y que he elegido hacer, son todas sobre la fina línea entre el bien y el mal, y también la fina línea en cada uno de nosotros. De eso tratan mis películas” explicó el director en una entrevista sobre “To Live and Die in LA”, otros de sus proyectos de los años 80.

 

Con experiencia previa en la televisión y sobre todo documentales, Friedkin, hijo de una pareja humilde de inmigrantes ucranianos, hizo una serie de películas sin mucho éxito en los 60. Su primer gran hit, con tan solo 36 años y que le dio el Oscar a mejor director, fue "The French Connection". Basado en el caso real de dos policías neoyorquinos que desbaratan una banda que traficaba heroína, Friedkin apeló a su experiencia documental y realizó un policial crudo, oscuro y que mostró el mundo policial como nunca se había hecho antes.

 

Falleció el 7 de agosto a los 87 años en Los Ángeles por una complicación cardíaca.

 

Reviendo la película, Friedkin parece refundar los policiales, como refundó el cine de terror un par de años después con "El Exorcista". El director se inspiró en lo documental, pero no descuidó la fotografía (a cargo de su colaborador Owen Roizman) y creó junto a su protagonista, Gene Hackman, al policía duro definitivo.

 

Con Hackman ponderó la actitud a la belleza de otros actores como Clint Eastwood y Steve McQueen, y su “Popeye” Doyle es un borracho fuera de forma, inteligente, pero temperamental, cuyas huellas pueden encontrarse en múltiples héroes de acción posteriores como el John McClane de "Duro de Matar".

 

 

Pero además de crear al policía definitivo, "The French..." es una obra maestra por otros dos factores. Una es su precisión narrativa, su elementalidad, en el mejor sentido de la palabra, para contar hechos y secuencias a puro movimiento de cámara, con diálogos mínimos y una banda sonora que resaltaba la tensión de las persecuciones que se narraban. Es increíble que una película que ya tiene 52 años sea tan fácil de entender y sea tan atrapante.

 

Aquí es imposible no recordar la persecución automovilística en la segunda hora de la película, donde el protagonista sigue a un criminal que huye en un tren de altura. El director no tuvo tapujo alguno en sobornar a un funcionario municipal y filmar, sin los permisos apropiados, el vehículo a toda velocidad, sin avisar a transeúntes u otros conductores. Si la secuencia es tan vibrante y hoy siempre aparece en los rankings de las mejores persecuciones de la historia del cine, es, justamente, porque fue real.

 

La otra arista es la oscuridad que muestra hacia el final de la película, que se puede ver a lo largo de toda su filmografía. Hay algo de futilidad en esa búsqueda de los policías, algo sin sentido. En ningún momento de la película pareciera diferenciarse demasiado las acciones de los criminales y de los hombres de la ley. Hay un terreno en común donde la moral parece desdibujarse y hasta se muestra a los criminales como gente mucho más civilizada que los policías.

 

“El personaje de Charnier es un ser mucho más admirable que 'Popeye' Doyle. Esa es la fina línea entre la policía y los criminales, y entre el bien y el mal”, apuntó sobre su primer éxito. Esa escena final en una fábrica abandonada cayéndose a pedazos, se asemeja a las catacumbas de un infierno en la tierra. Un lugar donde la luz no llega y solo hay muerte.

 

 

"El Exorcista"

 

¿Cómo una película que este año cumple 50 años sigue siendo tan impactante? "El Exorcista" es sumamente efectiva si se piensa en un cine que perturbe y a su vez que conmueva. Ver hoy la película es darse cuenta que Friedkin respetaba los géneros. Es que a pesar de enmarcarse en el terror, las actuaciones son de primer nivel, algo poco común en un género donde el golpe de efecto a veces parece tener más peso que la profundidad psicológica de sus personajes.

 

Es un drama hecho y derecho, pero que ocurre dentro de los confines del cine de terror. Y ahí es donde triunfa, porque el dolor de los personajes surge de un mal inexplicable que los ataca y los pone a prueba como familia. Hay imágenes que revuelven el estómago en la película y es quizás porque el director entendía que la niñez agredida, o como punto de partida de la violencia, es un lugar de no retorno para el ser humano.

 

Ahí se puede ver alguna que otra metáfora sobre el abuso sexual y el trauma que genera tal violencia en los más indefensos. Pero Friedkin nunca es explícito en estas ideas, prefiere contar, con un montaje ágil, una fotografía poderosa (quizás de las mejores del cine moderno) y actuaciones creíbles, este exorcismo de una niña, Regan, de tan solo 12 años.

 

El director también se toma en serio la lógica interna de la película, que toma la posesión demoníaca como un hecho sobrenatural más que religioso. Ese punto de vista sumamente serio, quirúrgico sobre lo que ocurre, como si se tratara de un documental, es muestra de que Friedkin creía en el terror como un género para contar historias.

 

El otro gran tema de la película es la culpa. La culpa que sienten los personajes por no estar presentes, por no dar lo suficiente por la familia. La culpa como castigo, sumamente relacionada a los preceptos del catolicismo. Aquí es vital el personaje que interpreta Jason Miller, el padre Karras, que encarna ese sentimiento en cada escena en la que está. Cada secundario solo enaltece la película, al igual que el padre Merryn de Max Von Sidow, que parece una especie de guerrero de las fuerzas del bien, sabio y persistente.

 

Hay todo un lado B sobre la realización de este clásico: el set se prendió fuego, Friedkin disparaba armas al aire para provocar temor en sus actores y hasta llegó a abofetear a uno de los intérpretes para lograr la reacción deseada.

 

“La película más desafiante fue 'El Exorcista', por supuesto. No pienso en la realización cinematográfica en términos de disfrute. Es un trabajo muy duro, mental y físicamente, tratar de alcanzar la fantasía de uno en una película, que es esencialmente un medio de dos dimensiones, de tratar y sugerir profundidad, no solo de personaje e historia, sino que profundidad en la película. Hay problemas creativos y técnicos que uno realmente no tiene tiempo de disfrutar. No puedo decir que la experiencia fue disfrutable, la edición sí la disfruté”, dijo en una entrevista televisiva sobre el duro rodaje.

 

"El Exorcista" también fue la primera película de “shock” del cine moderno. Si se trata de exageraciones o mitos urbanos es difícil de dilucidar, pero las proyecciones no solo se agotaban, sino que crónicas de su tiempo detallan que también había espectadores que se desmayaron y vomitaron al ver la espeluznante historia.

 

Su aproximación seria no solo implicó un éxito de taquilla, sino que también lo fue para la industria: la película fue nominada a 10 Oscars, incluido los premios de actuación (Para Linda Blair, la niña poseída y su madre en el film, Ellen Burstyn), dirección, película y guion. Este último lo ganó William Peter Blatty, escritor que adaptó su propia historia a la gran pantalla.

 

Con una secuela a pocos meses de estrenarse, algo de lo que Friedkin siempre renegó, "El Exorcista" solo crece en sus visionados, en su historia sobre la violencia, la fe y el mal que rodea al ser humano. “Creo fuertemente en Dios y en el poder del alma humana. También creo que son inescrutables, que no se pueden conocer. Pero 'El Exorcista' es principalmente sobre el misterio de la fe, el misterio de la bondad, ese misterio que es inexplicable, pero está ahí”, reflexionó en la misma entrevista.

 

Después de estas dos películas, el director nunca volvió a tener éxitos resonantes ni en la taquilla, ni con la crítica. Sin embargo los cinéfilos siguieron valorando sus arriesgados relatos oscuros, tensos y emocionantes. En septiembre se estrenará la última película que dirigió, “The Caine Mutiny Court - Martial”, en el Festival de Venecia.

 

Al final de su autobiografía publicada en 2013, Friedkin confesó que soñaba con sus películas, que las volvía a editar, agregaba escenas y las combinaba, pero que se sentía en absoluto control al respecto. “No he hecho mi 'Ciudadano Kane' todavía, pero hay más trabajo para hacer. No sé cuánto más, pero lo estoy amando. Quizás falle de nuevo. Quizás la próxima falle mejor”, concluyó con humildad un director que respiraba y vivía el cine.

 

 

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