Un emprendimiento de cuatro mujeres que no deja de crecer

El emprendimiento de Laura Yáñez no deja de crecer. Y es que junto a otras tres mujeres, desde hace unos meses comenzaron a vender panificados de todo tipo. A través de un subsidio que les otorgó la Secretaría de la Mujer sumaron una máquina amasadora que les permitió incrementar su producción y salen a ofrecer sus creaciones por los barrios.

“Comencé recibiendo apoyo del Programa Acompañar y utilicé el dinero para invertirlo en insumos y en algunos materiales que nos hacían falta. De a poco se fueron sumando Rosa, Tamara y Micaela. Todas hemos padecido violencia de algún tipo, pero salimos adelante por nuestros hijos y porque somos capaces”, comentó la mujer de 30 años.

Explicó que entre las opciones que ofrecen hay pan casero, pastafrolas, facturas, tartas, alfajores de maicena y otras alternativas. También realizan mesas dulces por encargue para cumpleaños y todo tipo de eventos.

Si bien todavía no concretaron su objetivo mayor, que es tener un local propio, con el correr de los meses fueron aumentando la cantidad de sus clientes y ya tienen pedidos diarios y también recorren los complejos habitacionales con carritos o en moto ofreciendo sus panificados.

La casa de Laura está situada en el Eva Perón II, en la intersección de Rufino Barreiro y Farfán. A diario las personas se acercan y golpean la puerta para comprarle bizcochitos y rasquetas, de paso a sus trabajos o para las actividades que tengan que realizar.

“Priorizamos cumplir con todas las normas de higiene y por eso tenemos clientes en el Eva Perón I, en el Santa Teresita y en el Villa Rafaela y queremos expandirnos más. Nos pone muy contentas recibir los ingresos económicos que nosotras mismas generamos, yo siempre trato de aconsejar a mis compañeras, porque nosotras tenemos capacidades igual que un hombre de cuidar una familia”, contó.

Yáñez manifestó que las puertas de su casa están abiertas para que otras mujeres puedan sumarse a trabajar e independizarse si están pasando por alguna situación complicada.

“Nosotras nos fuimos uniendo porque no teníamos trabajo. Al principio amasábamos en un fuentón y ahora con la máquina llegamos a hacer 30 kilogramos de masa en cada producción y con menos esfuerzo, así que es un alivio”, aseguró.

Dijo que es un gran avance el que hicieron en poco tiempo y que ahora sueñan con tener su propia panadería, en la que puedan recibir y atender a la gente.

“Estamos muy agradecidas por el apoyo que recibimos en todo momento y por lo que ya hemos concretado”, agregó con alegría y entusiasmo.