Incertidumbre tras decenas de desvinculaciones en la Comuna
Los empleados fueron informados mediante notas, sin mayores explicaciones. Hay bronca y frustración.
Lo que se hace a la luz del día no se oculta en la noche, reza el popular refrán. Y así, decenas de repudios fueron manifestados tras una ola de desvinculaciones en la Municipalidad. Los despidos se dieron sobre personal contratado, entre los que había varios empleados con muchos años de servicio en la Comuna. Sin mayores explicaciones, fueron informados de la terrible noticia mediante una nota.
“No se prorrogará el contrato laboral que finalizó el 31 de diciembre de 2023, ello sin perjuicio de ser considerado para eventuales nuevas vacantes que se produzcan”, dice textualmente uno de los documentos que le llegó a un despedido, con fecha de ayer.
La bronca no tardó en replicarse. Se trataría de cerca de 80 trabajadores alcanzados por las medidas de la gestión de Gastón Hissa.
El Diario de la República se comunicó con diferentes afectados, pero por temor a futuras represalias prefirieron el silencio. Lo cierto es que todos manifestaron la incertidumbre que tienen ahora en un contexto difícil, donde el trabajo aparece —en el mejor de los casos— a cuentagotas.
En general no hubo mayores comunicaciones que explicaran la situación del recorte. Y cuando el ahora expersonal quiere ir en busca de detalles concretos, las autoridades no emiten ningún comentario.
Algunos solo recibieron mensajes en los que, además de dar a conocer los ceses, les manifestaban que se trataba de decisiones que se bajaron hacia todas las secretarías y direcciones.
Si bien los municipales despedidos no recibieron detalles pormenorizados, desde la Comuna recurren a la inventiva provincial. Es el espejo de las decisiones del gobierno de Claudio Poggi. Para el gabinete de Hissa, el recorte se da en base a una situación financiera complicada para el Municipio, en medio de “irregularidades”, como la extensión del término de algunos contratos.
Pero las excusas apenas venden humo. La realidad detrás del mostrador es que hay una línea directa que busca el ajuste, y un ajuste que tiene que pagar el pueblo trabajador, no la clase política.
Entre los despidos, hay varios empleados que cumplían funciones en Radio Municipal La Voz de la Ciudad, medio que cumplía un rol comunitario preponderante. De un día para el otro, suspendieron la programación. Ahora el medio está en “stand by”. Ante una gestión que tiene una debilidad por copiar medidas, cabe una pregunta: ¿Privatizarán la radio?, ¿la borrarán del mapa?
Por ahora hay más preguntas que respuestas. Y por lo pronto, las pocas esperanzas que se hayan manifestado en las cenas de fin de año se esfumaron. Todos los afectados tendrán que recurrir a profundos esfuerzos para llevar el pan a sus mesas y subsistir.
Habrá que ver si las tijeras y motosierras prosiguen su función a las órdenes de Hissa o si se calman las aguas y todo sigue su rumbo. Lo cierto es que el miedo opera y aunque los secretos son a voces, nadie se anima a hablar.
Hablará por sí sola la terrible crisis que provocarán los caprichos y egoísmos de quienes tienen la potestad de definir los destinos.
Redacción/MGE
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