El camino del hombre justo
A 30 años del estreno de "Tiempos violentos", la película de Quentin Tarantino sigue desafiando los límites.
John Travolta cruza sus dedos en V de manera horizontal por frente a su cara mientras Uma Thurman mueve, sensual, apenas, sus caderas. Con esa escena, el actor firma su regreso triunfante al cine luego de años de ostracismo y olvido. En la rockola suena Chuck Berry y, aunque parezca lejano, hay algo de “Fiebre de sábado por la noche”.
La banda sonora de “Tiempos violentos” es uno de los tantos atractivos de la película que Quentin Tarantino estrenó hace 30 años. A partir de allí, en realidad a partir de su opera prima, “Perros de la calle”, la música sería un factor fundamental en la obra del director.
Samuel Jackson recita al profeta Ezequiel antes de descargar una balacera sobre el cuerpo de su próxima víctima. Está vestido de traje negro y luego se irá a tomar un café muy cargado, como dice que le gusta.
La violencia de “Tiempos violentos” es otro de los atractivos de una película por momentos insoportable, por momentos sangrienta, por momentos graciosa. Algo similar se había visto en “Perros de la calle”.
Es más que evidente que la segunda obra de Tarantino sigue la línea de su debut, aunque hay algunos elementos acentuados, como la ironía, una narrativa más expuesta, una edición que va y viene todo el tiempo y el humor negro que tiñe la pantalla…de negro. Y de rojo.
Quedarse solo en la música y en la violencia de "Tiempos violentos" es reducir otros elementos consagratorios, como la cita a la cultura pop, el amor por el cine clásico y la descripción de algunas conductas intrínsicamente miserables del ser humano. Pero es, también, hacerle el primer honor a una forma de hacer cine que pudo encontrar ese año (o esa época -por entonces también se estrenaron "Asesinos por naturaleza", de Oliver Stone y "Escape salvaje", de Tony Scott) un buen punto de partida.
La pregunta es si hubo algo nuevo en el cine en las tres décadas que pasaron después de “Tiempos violentos”. Seguramente sí, posiblemente el mismo Tarantino haya propuesto algo con sus western eternos, su descripción de los nazis o su mirada sobre Hollywood. Pero lo que es seguro es que cualquier espectador que hoy se siente a ver por primera vez la historia llena de vaivenes de 1994 sentirá la misma sorpresa, el mismo estupor y la misma sensación de tomar el cine por asalto que experimentó aquel que la vio por primera vez en un VHS alquilado.


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