Charlas de café en un bar de las sierras: “Tengo una contribuyente”

En la denominada región metropolitana de San Luis, hay varios lugares que se han convertido en puntos de encuentro de muchas familias y amigos que comparten un café, charlas o se juntan para presenciar algún partido de la Copa de la Liga.

Uno de ellos es una estación de servicio que está enclavada en una zona estratégica. Allí, incluso se desarrollan importantes reuniones vinculadas a gobiernos municipales e incluso del provincial, y, además se concretan “entuertos políticos”.

Con frecuencia se ven mesas con caras muy conocidas, los otros ocasionales clientes siempre están con sus antenas bien paradas, a la espera de captar algún dato de interés.

En una de esas charlas con café de por medio, un reconocido personaje que cumple funciones ejecutivas comunales en una localidad del Departamento Pueyrredón les enrostra a sus ocasionales compañeros la pomposa vida (con algunos placeres) que ha construido gracias a su “gestión”.

Con felicidad, le contaba sobre la adquisición, por ejemplo, de un potente cuatri o moto y, de igual modo, les confió el inconveniente que tuvo, al querer colocarse el casco que le habían obsequiado en la concesionaria, que hacía juego con el color de su nuevo chiche, pero que no podía utilizarlo porque no era de su talla. Eso lo obligó a conseguir otro, a su medida del tipo “alemán”, vía online en otra provincia.

Más allá de este problema que estaba en vías de solución, “al jefecito” se lo veía feliz y exultante por el avance que tenía otros de sus sueños. Según confió, se trata de la construcción de una hermosa cabaña y con vista a un lago del Departamento Pringles.

Mientras otro amigo se sumaba a la mesa, ante la expectativa del nuevo logro, el trío empezó a generar planes para la inauguración. Hablaron de hacer una gran fiesta con los mejores vinos y champagne, y uno de ellos se comprometió a romper una botella como un gesto de buenos augurios.

Quien será el anfitrión empezó a tomar vuelo con la idea de “tirar la casa por la ventana” e incluso les adelantó a sus socios cafeteros que si todo sigue viento en popa, está dispuesto a invitar “a contribuyentes”, a lo que sus amigos le destacaron que nunca un intendente de la región habría tenido semejante generosidad o un gran corazón de compartir algo tan íntimo con sus contribuyentes, que es como agradecerles por el cumplimiento por el pago de las tasas y servicios municipales.

A lo que el motoquero/anfitrión respondió: “Amigos, tampoco es para tanto, no sería para todos, solo serán invitadas las buenas contribuyentes”.

“¿Cómo es eso?”, le preguntó uno de sus amigos, que es funcionario.

“Sí, por ejemplo, tengo una contribuyente que, de cumplidora que es, se merece mucho más que ser agasajada en la cabaña. Con ella, como otras que cumplen religiosamente todos los meses, uno debe tener ciertas atenciones y devoluciones desde la gestión…”, expresó el intendente muy feliz y sin problemas que lo afecten.

Los ocasionales testigos del diálogo del jefecito con sus amigos no salían de su asombro de la liviandad y osadía con la que les confiaba de “los beneficios extras” de su gestión. Uno de ellos dijo que no estaba sorprendido, porque en el entorno de allegados al jefecito se habla mucho de los vínculos con “sus contribuyentes”, que incluso han formado o forman parte de su equipo con beneficios y privilegios.