El regreso de una ilusión

La noche del jueves fue de esas que quedan grabadas, que nos hacen latir el corazón a mil, como solo Racing sabe hacerlo. Ganarle a Corinthians 2 a 1 y volver a una final internacional después de 32 años es mucho más que un partido. Es un viaje en el tiempo, un reencuentro con nuestra historia y con todo lo que significa este escudo. Los hinchas de Racing sabemos lo que es esperar, lo que es soñar y lo que es estar. Siempre.

Para muchos de nosotros, ser de Racing fue una herencia que llegó de la mano de un padre, de un abuelo o de ese amigo que nos enseñó lo que era vivir por y para estos colores. Porque en Racing se trata de eso: de aprender a sentir, a alentar, a creer, aunque el camino esté lleno de piedras. Sabemos que los éxitos pueden tardar, que los momentos difíciles llegan, pero jamás abandonamos. No podríamos aunque quisiéramos, porque Racing nos enseñó a querer más, especialmente en los momentos duros.

La generación de los 90 creció escuchando sobre nuestras épocas doradas, de la Libertadores del 67 y de la Intercontinental con el Celtic. Nos contaron sobre Gustavo Costas, que estuvo en esa final como mascota y que después fue nuestro capitán, el que ponía hasta de su bolsillo para ayudar cuando Racing tocó fondo. En Costas está la historia de este amor que supera cualquier cosa, un amor que aguanta todo.

Después llegó el 2001, y ver a Racing campeón después de 36 años fue la promesa cumplida, el abrazo eterno, el llanto que hizo que todo valiera la pena. Los de mi generación lo vivimos como una especie de redención, algo que nuestros viejos habían esperado y que nos legaron como un tesoro. Y ahí entendimos lo que es Racing. Porque ser de Racing es un privilegio y un compromiso, una pasión que crece en cada adversidad.

Después llegaron otras alegrías, con Cocca en 2014, con Coudet en 2019 y hasta con Gago en esas finales durísimas contra Boca. El jueves, la ilusión volvió a encenderse, y ahora nos espera Cruzeiro, como aquella vez en el 92. Pero esta vez no estamos solos; somos una multitud que siente lo mismo. Y aunque el final no esté escrito, sabemos que esta pasión es para siempre.

Porque ser de Racing es estar, es nunca traicionar estos colores, es alentar más fuerte cuando parece que no queda nada. Es entender que los triunfos se disfrutan, pero también que el verdadero hincha es el que está en cada caída, el que sabe que esta historia no se termina. Pase lo que pase, Racing nos va a seguir uniendo, dándonos noches inolvidables, sueños que se renuevan, y la promesa de que el amor por estos colores siempre será más grande que cualquier resultado.

Vamos Racing, ahora y siempre. Porque esta pasión no se abandona, se cuida y se vive, en las buenas y en las malas, hasta el final.