Campaña agrícola 2024-2025 en el Valle del Conlara

Considerando que el clima semiárido se caracteriza por no respetar un patrón y que en todas las campañas los cultivos sufren distintos tipos de estrés, los productores que adopten y adapten las mejores tecnologías a sus sistemas productivos son los que prevalecerán.

En las últimas campañas vienen mostrando fenómenos climáticos extremos y con mayor frecuencia, como la helada del 18 de febrero de 2023 que causó daños de hasta el 100% en los cultivos. A esto le siguió una campaña 23-24 con lluvias muy dispersas y por debajo del promedio. Estos desafíos han impactado significativamente en la economía de los productores locales. Esto ha dejado un sistema muy frágil con productores muy endeudados, muy expuestos a adversidades climáticas y a los vaivenes del mercado.

La campaña 24-25 heredó un otoño extremadamente seco y los meses de septiembre, octubre y noviembre presentaron precipitaciones por debajo del promedio histórico, con lluvias dispares y aisladas. En el Valle del Conlara, las precipitaciones fueron mayores hacia el sur de Naschel y Punilla, lo que permitió sembrar en tiempo y forma en esa zona. Sin embargo, hacia el norte, la siembra se retrasó y actualmente se está terminando con riesgo de las heladas tempranas de fin de marzo-principios de abril. Los perfiles de humedad varían entre 1 metro en el mejor de los casos y 20-30 centímetros de humedad en el peor, por lo que los cultivos dependerán mucho de las lluvias en diciembre, enero, febrero y marzo, ya que no hay reserva en el suelo.

A las complicaciones climáticas y financieras se sumó la preocupación por la plaga Dalbulus maidis, conocida como chicharrita del maíz, que causó grandes daños en otras zonas del país la campaña pasada, al inocular en las plantas patógenos que generan distintas enfermedades, entre las cuales el achaparramiento del maíz fue la más agresiva.

A fines de marzo de 2024 se detectó la presencia de la plaga en los lotes. Afortunadamente, debido al estadio fenológico del maíz, no causó grandes daños.

Para monitorear la situación, se creó una Red Nacional de Monitoreo, en la cual participamos con el grupo CREA Valle del Conlara. Monitoreamos cada 15 días en estaciones ubicadas en San Martín, Naschel, Los Molles y Juan Jorba. Además, Aapresid tiene una estación de monitoreo en La Toma. Hasta ahora, los resultados han sido positivos, sin presencia de la plaga en nuestras estaciones de monitoreo.

Existe un gran desconocimiento sobre si originalmente había poblaciones de Dalbulus maidis antes de la campaña pasada, ya que nunca había causado daños y no se le prestaba atención. Por ahora, las trampas no muestran presencia de individuos, lo que sugiere que no había poblaciones antes, aunque no se sabe con certeza. Los maíces sembrados a fines de octubre están superando el estadio de mayor vulnerabilidad a la plaga, pero los sembrados recientemente aún corren riesgo si aparece la plaga.

Más superficie con maíz

Dentro de la paleta de cultivos agrícolas extensivos que se siembran en la zona, el maíz es el que mayor superficie ocupa, seguido de soja y en menor medida de girasol y sorgo. Debido a la incertidumbre generada por la chicharrita del maíz, muchos productores optaron por reemplazar un 5-15% del área de maíz por otro de los cultivos nombrados.

Hacia fines de octubre se empezó la siembra de maíz y girasol, los que se encuentran en muy buen estado, pero ya empezando a mostrar estrés hídrico.

Los cultivos hacia el norte del Valle se están terminando de sembrar, pero es sumamente necesario que lo acompañen lluvias en los próximos días.

La agricultura en el Valle del Conlara enfrenta grandes desafíos, pero también se está adaptando a través de innovaciones tecnológicas, monitoreos rigurosos y la implementación de prácticas sostenibles. El trabajo en equipo y la colaboración con instituciones y redes de monitoreo son clave para superar los obstáculos y garantizar una producción estable y sustentable en el futuro.