SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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La crisis generó que algunos viejos oficios se revitalicen

Las personas que se dedican al arreglo de calzados, marroquinería, ropa y tapicería ahora reciben a más clientes que deben reciclar lo que usan a diario. Los zapatos y abrigos es lo que más se renueva en esta época.

Por redacción
| 26 de mayo de 2024
Los zapateros reciben más trabajo que antes. (Shutterstock)
Igual que en otras crisis económicas recientes, en estos primeros meses del año, algunos oficios que parecían olvidados vuelven a tener importancia para las sufridas familias puntanas.  Llevar calzado al zapatero, algunas prendas de vestir a la modista y recuperar bolsos y mochilas son algunas de las actividades que volvieron a ser prioridad frente a la inflación imperante. También recuperar sillas, sillones y sofás se volvió una prioridad, por eso los tapiceros que han quedado en la ciudad capital han vuelto a retomar la actividad que hasta hace unos meses solo hacían por algunos pocos encargos.
 
César Britos tiene una mercería muy cerca de la esquina de Pedernera y Colón, allí se instaló en 2001 y contó que “a raíz de la crisis del final del gobierno de De la Rúa empezó a moverse el servicio de arreglo de ropa. La gente, además de comprar algunos artículos de mercería, me pedía si por favor les podía cambiar un cierre o arreglarles algunas prendas. Y así fue quedando el servicio”.
 
El comerciante destacó que “ahora, con la crisis que estamos viviendo, la gente ha vuelto a arreglar la ropa. Incluso nos traen pantalones que ya no dan más, que están más para tirarlos, pero igual me piden que le coloque un cierre, les ponga botones, algún parche y lo siguen usando”. Y agregó: “Hoy el negocio se mantiene más por la costura que por la venta de productos de mercería”.
 
Britos se dedica a este rubro desde 1995, y contó que los momentos de trabajo más intenso de arreglo de prendas son “al comienzo de las clases y durante el invierno. En marzo nos traen los pantalones, los uniformes y las mochilas para que las arreglemos. Incluso algunos nos piden que con anilina les tiñamos los pantalones de color azul, marrón, bordó o gris. Y muchos nos piden cambios de cierres”.
 
También señaló que “en varios casos vemos que la ropa se la van pasando entre los hermanos o los primos de distintas familias”. Ahora dijo que es la temporada alta de recuperar la ropa de abrigo: “Gracias a Dios trabajamos mucho y muy bien con el cambio de cierres y costura de camperas y buzos, a tal punto que no damos abasto y estamos dando turnos con dos semanas de demora, porque nos traen muchísimo”.
 
Un inconveniente que están teniendo en estos días en la mercería es la falta de varios productos: “Nos cuesta reponer mercadería y además tenemos problemas con el transporte; porque nos dicen que hasta que el camión no se llene con los distintos pedidos que traen a la zona de Cuyo, el camión no sale. Entonces la mercadería puede llegar una o dos semanas más tarde de la fecha que uno la espera”.
 
 
Volvió la bicicleta
La profesión de Ramón Alaniz es la fotografía, pero durante la pandemia tuvo que dejarla y buscarse otra forma de conseguir ingresos. Así fue que un amigo le enseñó las nociones básicas para arreglar bicicletas. Vendió su auto y se puso un local en la avenida España y Rivadavia: “Porque andar en bicicleta, en ese momento, era una de las pocas actividades que se podía hacer. Y bicicleterías que arreglaran los rodados no había tantas”, contó Ramón que hoy tiene su local sobre la calle Riobamba, frente al Parque de las Naciones.
 
Desde que comenzó, hace cuatro años, dijo que “el negocio fue progresando porque a partir de la pandemia mucha gente empezó a usar nuevamente la bicicleta. Además, muchos clientes que atendía en la avenida España ahora también vienen a este nuevo local”. Alaníz dijo que ahora tiene “todo tipo de clientes: el que la usa para ir a trabajar o para repartir cosas. Y también los que la usan para hacer deporte o salir a andar por las rutas”.
 
En los últimos meses, Alaníz detectó que varios clientes le comentaron que “usan la bicicleta porque el colectivo se fue al doble o que tratan de usar menos el auto por lo que cuesta la nafta. Algunos que son del barrio y trabajan en Terrazas me cuentan que ahora se van en bicicleta por lo que vale el colectivo. Y los que trabajan en comercios en el centro ahora tienen que pagarse cuatro boletos por día y ya no pueden”.
 
En su local, el hombre ofrece todo tipo de repuestos y también hace los services que una bicicleta necesita. “Lo que más hago son los de actualización o cambios de piezas. Como tengo buenos precios la gente se anima a cambiarle algunas piezas que ya tienen mucho uso y las dejan como nuevas”, añadió.
 
Alaniz detalló que a principios de este año “los repuestos subieron bastante, sobre todo los importados. Pero en el último mes he notado que llegaron a bajar los precios. Yo hasta diciembre del año pasado vendía cubiertas importadas, pero de después de la devaluación de enero tuve que traer las nacionales”. 
 
Para movilizarse por la ciudad de San Luis, el hombre aconsejó “una bicicleta tipo mountain bike, esa va a responder bien, porque con los cambios se pueden hacer bien las subidas. Las que no son adecuadas son las viejas bicicletas de paseo, porque son muy pesadas, incómodas y en subida son difíciles de llevar. Pero la gente mayor sigue usando esas más viejitas con un solo piñón. Y en esta zona hay muchos”.
 
 
“Hay que trabajar”
Hace diez años que Félix Barzola se dedica a la tapicería. Antes su principal actividad eran las tareas en su campo, y aunque hoy comparte el tiempo entre las dos, su trabajo como tapicero le insume más tiempo. Si bien admitió que el trabajo “es menos en este momento, igual algo siempre estamos haciendo. Esto es como cualquier otra actividad, hay que trabajar, no queda otra. Además, hay que atender bien a la gente para que siempre trate de arreglar sus muebles”. Otro aspecto que señaló el hombre de 68 años fue que “los materiales están muy caros y se hace difícil a veces conseguir de buena calidad”.
 
Félix señaló que “en San Luis no hay buenos materiales y yo a la gente le tengo que dar garantía de mi trabajo. A mí no me gusta hacer un trabajo y que a los seis meses vuelva a traérmelo porque ya se le rompió la cuerina o la goma espuma. A mí me gusta usar telas que me permitan dar una garantía de que es durable”.
 
El tapicero contó que “los materiales hay que ir a comprarlos en otra parte. Yo, por ejemplo, los traigo de Santa Fe aunque salga un poco más el precio”.
 
Sobre lo que más hace en su taller es el arreglo de sillas: “Normalmente es lo que más nos traen. Pero nosotros trabajamos con los bares y otros negocios que necesitan tener sillas y sillones apropiados para recibir gente”.
 
En la tapicería “10 de Octubre” también reciclan sillones de dos y tres cuerpos. “Hay que tener en cuenta que esos sillones  hoy si hay que ir a comprarlos cuestan en promedio 400 mil pesos, así que la gente los tiene que arreglar y mantenerlos. Todo lo que nos traen, lo reparamos porque hoy en día es muy difícil comprarlos a nuevo”. 
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