Todo Cuyo latió en un festival lleno de tonadas

El espíritu tonadero de Ricardo Barbeito sobrevoló en la nueva edición del festival “San Luis en enero”, el primero que se hace desde que el inolvidable músico y gestor cultural falleciera, en 2020. Cada uno de los músicos que subió al escenario del anfiteatro ubicado al costado del Monumento al Pueblo Puntano de la Indepedencia recordó con palabras cariñosas el trabajo hecho por el también periodista.

Sin dudas, el momento de mayor emoción llegó cuando todos los hijos de Barbeito -reunidos en el grupo que lleva como nombre su apellido- hicieron una cálida versión del tema que bautizó al festival y las 400 personas que estuvieron en el lugar se estremecieron en un instante que les será muy difícil olvidar.

La participación de “Los Barbeito”, el grupo conformado por Ricardo hijo e Hilario, aunque en colaboración de toda la estirpe tonadera, fue un nombre infaltable para la jornada. Pero la grilla se completó con grupos y solistas que hicieron honor al encuentro y que, en todos los casos, tuvieron algo que contar de don Ricardo.

Un punto trascendente fue la reunión de los míticos “Oyarzábal- Navarro”, el dúo mendocino que hace unos años está separado, cada uno con proyectos por su lado, pero que aceptaron volver a tocar en conjunto para “San Luis en enero”. Fue un acontecimiento que los presentes apreciaron en su justa medida.

También lo fue la presencia en el escenario de Jorge Viñas, gloria de la música cuyana que a los 80 años se bancó, solo con su guitarra, como lo hizo durante toda su carrera, más de 40 minutos de presentación, entre los que incluyó una versión instrumental de “Caminito” y su clásico “Tordo viejo”.

El bloque de las visitas se completó con el “Dúo Nuevo Cuyo”, una exquisita manifestación musical que acaparó la atención de muchos que recibieron el último empujón a ir al festival atraídos por su presencia, y el sanjuanino Ernesto Villavicencio, otro prócer de la música cuyana que derrochó historias, talento y simpatía.

El bloque de artistas locales comenzó con Laura Novillo y una notable actuación solista, siguió con Mario Loyola, quien demostró que no hay género que se escape a su talento; continuó con Daniela Calderón, quien, feliz haciendo canciones tristes, recordó que la última vez que tocó en ese escenario tenía 13 años.

Es que, incomprensiblemente, el anfiteatro del Monumento a Las Chacras permanece inutilizado pese a que tiene todo para que los espectadores y los músicos se sientan a gusto. La habilidad del productor Jorge Fernández, organizador del encuentro junto a la familia Barbeito, para buscar lugares llevó a “San Luis en enero” a ese sitio donde todo salió bien. Incluso la probabilidad de lluvias y tormentas que se manifestó en la semana quedó aplacada.

Además de la presencia de los ballets Despertares y el de la Policía de la Provincia, otra voz que le dio color a la noche fue la de Fernando Pedernera, el locutor puntano que hace años triunfa en Radio Nacional de Buenos Aires. El comunicador soprendió con sus recitados e hizo una buena dupla con Mario Pérez, a cargo de la conducción.

Pese a que el público salió a bailar con cuecas y tonadas eléctricas, “Alma de guitarra” tuvo una actuación opaca, sin algunos de sus componentes y sin la gracia de otras ocasiones.

Para el final, “El trébol mercedino” puso un broche a la altura de su historia, de la magnitud del festival y de la estatura de Barbeito, con la madrugada como testigo.