Dolor en Villa de la Quebrada por la muerte de "Beto" Ochoa, un servidor social enorme
Las redes sociales se enlutaron con la lamentable noticia. Su partida física sorprendió a los vecinos, pero su legado permanecerá por siempre.
No hay palabras que puedan expresarse en momentos de este tipo. Pero es inevitable traer a la memoria el legado infinito de un hombre que sirvió con honra a su gente, con grandes ejemplos y valores que trascendieron toda frontera. Con la partida física de Juan Alberto "Beto" Ochoa, no solo se despide a un hombre; se cierra uno de los capítulos más representativos de la historia de Villa de la Quebrada.
Grande en lo simple
De acuerdo con lo que remarcaron diferentes usuarios en las redes sociales, que se enlutaron con la triste noticia, "Beto" fue hijo de Don Ramón Aureliano Ochoa y Doña Paula Avaca de Ochoa. Desde joven, incursionó en el deporte y el estudio. Pero fundamentalmente lo recuerdan como una persona que desbordó un cariño infinito por sus padres y hermanos, alguien que lo daba todo sin esperar nada a cambio.
"Beto" tenía una esencia de "tierra adentro".
Terminó de cursar sus estudios en San Luis y volvió a su querido pueblo. Algo había en los misterios del aire, de las plantas, de los pájaros, que lo alimentaban de un éxtasis inmemorial, que le daban el arraigo necesario para amar su suelo.
Y, como no podía ser de otra forma, esa entrega desinteresada y ese amor puro, lo entregó también a sus amigos, a quienes cuidó como una parte clave de su existencia.
En sus últimos años, se desempeñó en el Centro de Salud de la Villa, donde se consagró como el compañero más querido. Siempre con la gente que lo necesitó de alguna manera, un verdadero filántropo, un altruista nato.
Su paso en la gestión pública
Entre 1983 y 1991 fue secretario en la Municipalidad y luego hizo lo propio entre 1991 y 1994. Ya para ese último año, fue elegido intendente y gobernó durante casi cuatro años.
Un hombre querido en todos lados
A "Beto" lo recuerdan como colaborador en fiestas públicas, reuniones sociales y políticas. No pocos tienen en su memoria sus sopas y carbonadas, que tanto deleitaban a la gente. Fue amigo entrañable de personalidades como Dionisio Jorge Gómez, Rosa de Woronko, Pablo Bizotto, y tantos otros nombres característicos de la localidad.
Un viaje infinito
Para la gente de fe, no solo espiritual o religiosa, sino una fe intuitiva, conectada al cosmos, la muerte más que un enemigo es una instancia clave de la existencia, probablemente el momento en el que más consciente se debería estar. Y es que ese paso, ese portal hacia el más allá, no puede significar un fin, porque todo es un ciclo.
En ese sentido, la muerte de "Beto" no puede ser más que el sello irrefutable de una vida vivida, con dignidad, humildad y grandeza. Así, bajo ese camino, no se puede esperar más que un viaje infinito en un espacio inimaginable, donde el dolor y la tristeza no existen, sino que el gozo y la plenitud son el camino.
Mientras tanto, por este lado del sol, será inevitable traerlo a la memoria, para sentirlo en presente. Porque aunque se haya ido físicamente, su legado no ha partido.
LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casaMás Noticias
