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La guerra silenciosa por tu mente: ¿Quién decide lo que contestan las IA?

La Inteligencia Artificial no es neutral y la guerra para controlar sus respuestas ha comenzado. Por Alicia Bañuelos. 

Por redacción
| Hace 8 horas

Usted le pregunta a su teléfono por una receta, la historia de un prócer o una recomendación para las vacaciones. La respuesta llega al instante, con un aire de autoridad y certeza. Confiamos en esa voz neutral que nos habla desde el dispositivo. Pero, ¿alguna vez se ha preguntado quién decide lo que esa voz cuenta? ¿Qué verdades incluye, qué matices ignora y qué omisiones esconde? Esta pregunta, que parece sacada de una novela de ciencia ficción, es el centro de una batalla global que ya está en marcha y cuyas consecuencias afectarán la forma en que todos percibimos el mundo.

 

El conflicto estalló en la arena pública cuando Donald Trump declaró la guerra a lo que llamó la "locura marxista progresista" en los modelos de Inteligencia Artificial (IA). Con una orden ejecutiva, buscaba frenar lo que su movimiento considera un adoctrinamiento de izquierda por parte de gigantes tecnológicos como Google y OpenAI. Para muchos, sonaba a una teoría de conspiración más. Para otros, era la confirmación de una sospecha latente: La IA no es neutral.

 

 

El detonante fueron incidentes que se viralizaron. A principios de 2024, la IA de Google generó imágenes de papas y vikingos de piel negra. La compañía se disculpó, explicando que fue un torpe intento de promover la diversidad, pero el daño estaba hecho. Para la derecha norteamericana, era la prueba de que la IA estaba reescribiendo la historia para ajustarse a una agenda de DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión). Este concepto, que explicaremos a fondo, es central en el debate. La crítica a la IA se convirtió en un frente más de la llamada "guerra cultural", donde sectores conservadores sienten que sus valores están siendo marginados por una ideología progresista dominante en la tecnología y los medios.

 

 

¿Qué es DEI y por qué genera tanta controversia?

Para entender el fondo del conflicto, es clave desglosar las siglas DEI:

 

  • Diversidad: Se refiere a la presencia de personas con una amplia gama de identidades y antecedentes en un mismo espacio. Esto incluye raza, género, etnia, orientación sexual, religión, discapacidad y origen socioeconómico. La idea es que un equipo diverso aporta múltiples perspectivas, lo que enriquece la toma de decisiones y la innovación.
  • Equidad: Este es quizás el concepto más complejo y a menudo se confunde con "igualdad". La igualdad significa dar a todos lo mismo (por ejemplo, tres personas de diferentes alturas reciben una caja del mismo tamaño para ver por encima de una valla). La equidad, en cambio, consiste en dar a cada uno lo que necesita para tener las mismas oportunidades (la persona más baja recibe una caja más alta). Busca corregir las desventajas históricas y sistémicas que ciertos grupos han enfrentado.
  • Inclusión: Es el paso final. No basta con tener un grupo diverso si sus miembros no se sienten valorados o seguros para expresarse. La inclusión busca crear un ambiente donde todos se sientan bienvenidos, respetados y capaces de participar plenamente sin tener que ocultar quiénes son.

Para los conservadores, las políticas de DEI, especialmente en su aplicación por parte de la IA, son vistas como un intento de imponer una visión del mundo y de reescribir la historia y los valores tradicionales.

 

 

 

El Poder Invisible: Cómo la IA puede Moldear Nuestra Realidad

Este debate no es una simple curiosidad técnica; tiene un impacto directo en nosotros. Un experimento de la Universidad de Washington demostró cómo una IA con sesgo político puede influir en las decisiones de una persona. Tras conversar con un chatbot conservador, los participantes demócratas se mostraron más inclinados a destinar fondos públicos a los veteranos. Esto nos lleva a las advertencias de la académica Shoshana Zuboff y su concepto de "capitalismo de la vigilancia".

 

Zuboff argumenta que el modelo de negocio de las grandes tecnológicas va mucho más allá de vender publicidad. Consiste en un proceso de tres pasos: primero, recolectan masivamente nuestros datos (cada clic, cada búsqueda, cada "me gusta"), lo que ella llama el "excedente conductual". Segundo, utilizan esta inmensa cantidad de información para crear "productos de predicción", es decir, modelos que anticipan con una precisión asombrosa lo que haremos a continuación. El paso final, y el más inquietante, es usar estas predicciones para modificar sutilmente nuestro comportamiento, "empujándonos" hacia decisiones que beneficien a sus clientes. La IA, capaz de personalizar conversaciones y persuadir, es la herramienta definitiva para lograrlo. La lucha por la "neutralidad" de la IA es, en realidad, una lucha por el control de este inmenso poder de influencia.

 

 

El economista Yanis Varoufakis ofrece otra perspectiva con su idea del "tecno feudalismo". Sostiene que hemos dejado atrás el capitalismo tradicional para entrar en una nueva era donde un puñado de empresas tecnológicas actúan como señores feudales de la era digital. Ellos son dueños de las "plataformas" (Facebook, Google, Amazon), que son los nuevos feudos. Nosotros, los usuarios, somos los "siervos de la nube" que trabajamos gratis generando datos y contenidos a cambio del privilegio de usar sus tierras digitales. En este nuevo orden, quien controla la información y la ideología que se difunde en la plataforma, controla el feudo. La batalla por el sesgo de la IA es una disputa por el poder soberano de definir la verdad en estos nuevos reinos digitales.

 

 

La Imposible Búsqueda de la Neutralidad

¿Es posible crear una IA verdaderamente neutral? La respuesta es increíblemente compleja. Primero, por el problema de la "caja negra": ni sus propios creadores entienden del todo por qué los modelos responden como lo hacen. Son como un chef genial que cocina platos increíbles pero no puede explicar la receta; simplemente funciona.

 

Segundo, la neutralidad es un concepto filosófico escurridizo. ¿Cómo debería una IA hablar sobre la esclavitud? ¿Como un tema que en su día fue un debate entre dos posturas válidas, o como una abominación moral absoluta. Lo que hoy es un consenso, ayer fue una batalla ideológica.

 

Ante esta imposibilidad, surgen dos caminos alternativos. El primero es exigir pluralidad: en lugar de dar una única respuesta "correcta", la IA debería presentar los diferentes puntos de vista válidos sobre un tema . El segundo es la transparencia: que cada modelo admita abiertamente su inclinación ideológica, como hacen algunos medios de comunicación, para que el usuario sepa desde qué perspectiva le están hablando. El rol del gobierno no sería imponer una "verdad", sino garantizar que ninguna voz tenga el monopolio.

 

La próxima vez que le haga una pregunta a un asistente virtual, recuerde que detrás de esa respuesta hay una compleja red de datos, algoritmos y decisiones humanas.

 

 

La guerra por controlar esa respuesta ya ha comenzado. Y aunque uno de sus protagonistas sea Donald Trump, la batalla de fondo nos concierne a todos. Se trata de quién tendrá el poder de moldear el conocimiento y las opiniones en el siglo XXI.

 

Irónicamente, la solución podría ser justo lo que algunos detestan: más diversidad. No de personas, sino de ideas, para que ninguna inteligencia, artificial o no, se convierta en la única voz autorizada.

 

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