El arte joven de San Luis se adueñó del Centro Cultural de la UNSL

La creatividad del arte joven  de San Luis se adueñó del Centro Cultural de la UNSL. El hall de entrada y el auditorio Mauricio López mostraron lo mejor de la movida emergente puntana en un encuentro de viernes a la noche.
Pintores, fotógrafos, músicos y directores audiovisuales se dieron cita para dar a conocer sus trabajos bajo la batuta de Diego Montes, el ideólogo del "Ciclo de Artes visuales y Música" que celebró su segunda edición. La intención del encuentro -dijo el organizador- es que los artistas se conozcan entre ellos y compartan sus obras con el público.
"No sólo hay que llamar artistas a la gente consagrada. Hay muchas personas que tienen buen ojo para las artes visuales, la pintura, la fotografía, pero no se animan y tampoco tienen ese 'aura' de ser artistas. Igual acá hay gente como Andrés Bustos Flitt que ya tiene su carrera", explicó el organizador.
En la muestra participó el editor de Fotografía de El Diario de la República, Nicolás Varvara, quien mostró sus trabajos de fotoperiodismo. La otra fotógrafo del encuentro fue Florencia Groppa Francesconi, exhibidora de sus  fotomontajes.
Se vieron dos puntos de vista muy diferentes. Mientras Florencia quiso fotografiar la sensación de hundimiento espiritual, Nicolás mostró algunas imágenes de una realidad sanluiseña que no siempre se puede ver.
Tal como dijo Montes, Andrés Bustos Flitt mostró cuatro obras hechas con técnicas mixtas en las que reinaba una sensación de oscuridad que no pintó de negro sino de marrón. Juan Mirá, el otro artista plástico de la velada, eligió colores fuertes para formar imágenes que rondaron la inocencia y la violencia.
Tras un buen comienzo, artistas y público se dirigieron al auditorio para la segunda parte de la muestra, el momento de sumar lo "audio" a lo "visual".
Martín Barroso sonaba desde atrás de sus tres teclados con canciones propias que, adelantó, grabó con el sello Warner y que pronto estarán a disposición del público. Canciones de amor con beats electrónicos fueron las que compartió con la audiencia. El set en solitario terminó cuando el artista cumplió su sueño de tocar un Steinway, el piano de la Universidad.
La muestra musical tomó un rumbo más rockero con la llegada de Augusto, Juan y Abe, que le pusieron guitarra, bajo y batería al solista. Para cerrar, y como para confirmar su admiración por Fito Páez (algo que se escuchó claro en su voz y en el estilo), Barroso hizo explotar "Ciudad de pobres corazones" por todo el edificio universitario.
A él le siguieron los eclécticos "Piloto", que arrancaron  con algunos problemas técnicos que no les quitaron la energía escénica.
Un poco de baile, un par de riffs y una batería que marcó cada paso del ritmo, fueron los ingredientes que hizo al público aplaudir y mover sus cabezas.
Pero sobre el escenario no todos fueron estrellas de rock. Las proyecciones de Facundo Giovagnoli y Jazmín Becerra Batán acompañaron a cada una de las presentaciones. Imágenes de una melancolía llovida y una psicodelia muy del 2000 pasaron por la pantalla a espaldas de los artistas.
La propuesta pop-rock-electrónica de los músicos fue el broche de oro para una noche en la que San Luis  demostró que el futuro de su arte está en buenas manos.