El rock fue único protagonista en el cierre del certamen “Maravillosa Música”

E n "Maravillosa Música” hubo dos exponentes provinciales que luchan por su lugar, The Redstone y Passaje; también dos invitados, Los Piscuís y Los Changos, y el cierre con La Mancha de Rolando.
En la Plaza del Jubileo se bancó al calor, y en el pasto cortado, a los bichitos que picaban sin permiso.
Los locales Redstones interpretaron temas propios pero se refugiaron en los covers “Una nueva noche fría” (Callejeros), “El universal” (Kapanga) y “Descontrolado” (Jóvenes Pordioseros), mientras que las visitas (Passaje) pelaron registros originales.
Ante los primeros asistentes, refugiados en las pocas sombras, la función comenzó con Los Piscuís (Frank "Redstones" le prestó su viola al cantante), mientras los autos en la curva del puente derivador saludaban con bocinazos.
Formada por el vocalista Daniel Becerra, la “orquesta del piscuí” fue un seleccionado con vientos.
Apelaron a sus temas “El rocanrol del piscuí”, “Las cuerdas suenan” y “Canción para Ismael” (dedicada al pibe desaparecido en el show de La Renga) y un repertorio clásico, “Motoralmaisangre” y “El terco” de La Renga, “Honky tonk women” de los Rolling Stones, y la despedida con “Pacífico” de Los Piojos. Su set se estiró porque los integrantes mercedinos de Los Changos no llegaban.
Rodeando la torre de sonido, hubo gente en sillas de plástico o en el suelo, en mantas con rondas materas y gaseosas, fue un picnic con banda de sonido propia. Hubo venta de pororó y golosinas varias por los ambulantes.
Al costado de la estructura estaba la carpa de Rock&Vida, donde realizaron con test de HIV inmediatos, gratuitos y confidenciales,
El reggae festivo de Los Changos llenó el aire de color y baile, con temas de su cd y dos estrenos, “Hemos perdido” y “Sana, sana”. Franco soltó las cuatro cuerdas y agitó a todos: “La última y se pudre”, y no se equivocó con “Quebrado” al final. Las dos bandas tenían tocadas posteriores, pero tuvieron gestos de camaradería en backstage, entre los invitados con los concursantes, dando tips para perder la ansiedad del vivo.
Después de la evaluación musical (que se sabrá más adelante), La Mancha de Rolando comenzó con una intro zapada, y cuando Manuel Quieto se asomó en medio de una ola de gritos exaltados,  sonó “Calavera”. Le siguieron “Mago de la lluvia (ese tren)” y “La primavera”.
En “Sigo esperando” el cantante abandonó la escena y los músicos divagaron en sus instrumentos hasta que volvió: “Esto sigue, eh?” tranquilizó Manu, con una remera Stone, la influencia más clara.
La organización, seguridad y las bandas estuvieron bien adelante, para envidia del fan en la valla. Matías “Bebote” fantaseaba sobre las teclas y cuando podía las dejaba solas para bailar en la tarima, cerca del bajista Gaby.

“Cuidemos la democracia”, gritó Manu, resaltado en la pantalla de atrás, donde cada canción tuvo su clip, entre ellos “Bla bla bla”, “Chino” y “Cabrón”. En “Sola” hubo acordes de “No voy en tren” (Charly García), y en “Alta suciedad” (de Andrés Calamaro), Manu bajó y caminó entre las vallas saludando cordial, y la banda no ahorró riffs apoyados con la guitarra de Franchie y el bajo de “Gaby” Lazzarini al frente, donde mecharon “Another one bites the dust” (de Queen), “Fanky” y “Cerca de la revolución” (Charly García), “Seven Nation Army” (White Stripes), “Eye of the tiger” (la de Rocky) y “Los viejos vinagres” (Sumo).
Lo pidieron y lo cantaron: era “Arde la ciudad” a capella. El final fue con “El revelde” de La Renga, y ahí Aleco atacó su batería.
“Gracias por los aplausos: ¡volveremos!” prometió Manu, guitarra en alto.