Un premio que se hizo esperar treinta y tres años

Paulina Movsichoff juega con las palabras desde hace muchos años. Las escribe, las lee, las regala y las comparte en historias ajenas, que salen de sus entrañas. Pero lo que Paulina no supo hasta ahora es que hace treinta y tres años comenzó a tejerse a su alrededor una historia de desencuentros, errores, búsquedas y final feliz. Un relato que puede competir con cualquier ficción pero que es profundamente real. Y que le permitió a la autora criada en San Luis saberse premiada, treinta y tres años después.

En 1982 se hicieron, como todos los años, los Juegos Florales del Carmen, un certamen literario convocado en el estado mexicano de Campeche. Tras la evaluación de las obras recibidas, el jurado calificó a “Si te preguntan por tus sueños” como el mejor poemario del año. Un premio económico, una flor de oro y un diploma esperaban a “Andrea Devocín”, el seudónimo ganador del certamen. Cuando los organizadores fueron a buscar la plica para develar el misterio, encontraron la nada misma. El sobre no estaba y no había vestigios de identidad.

Comenzó entonces una cacería: noticias en la radio, publicaciones en los periódicos, comentarios boca a boca. Nada, sin rastros de “Devocín”. Le propusieron al jurado rever el fallo y adjudicarlo a otro escritor, pero sus miembros se negaron y la flor, el premio y el diploma quedaron sin dueño.

Hace dos semanas, ante la proximidad de los mismos Juegos Florales, que ya van por su edición cincuenta y siete, un periodista contó aquel enigmático episodio del premio sin premiado. Un curioso lector, atrapado por la historia se atrevió a investigar: puso un par de versos en el buscador de internet y develó el misterio. Andrea Devocín era Paulina Movsichoff.

“Jorge Espinosa Rafful me contactó por Facebook y me narró la historia. Él buscó coincidencia para los versos de ‘Ella’ que yo escribí”, contó llena de sorpresa y felicidad la autora desde su casa en Buenos Aires, donde vive.

Dueña de aquellos textos y ajena al éxito de sus palabras, diez años después del concurso los publicó en su obra “Onírisis” y la Biblioteca Digital de la provincia los subió a internet en la última década. Allí los encontró el mexicano Espinosa y con el entusiasmo de quien encuentra una pieza única, se animó a enlazar los eslabones de una cadena rota.

La escritora no recuerda detalles de qué sucedió con el sobre de datos personales que debía acompañar la obra que eligió firmar con el apellido materno de su papá. “No sé si no lo mandé o se traspapeló, la verdad es que yo estaba ocupada en muchas cosas en ese momento”, confió.

Paulina estaba en el año 82 radicada en México, vivía en el Distrito Federal con su familia y su hija le ocupaba tiempo que le impedía prestar atención a los medios de comunicación. “Estábamos pensando en volver a Argentina, también nos mantenía preocupados la Guerra de Malvinas y yo estaba corrigiendo la obra que el año anterior había ganado el premio ‘Juan Rulfo’. Me debo haber vuelto loca”, reconoció Movsichoff.

Una vez que el lector contó la historia al periodista, fue él mismo, Daniel Cantarell Alejandro, quien dio a conocer la historia en su espacio “Anecdotario carmelita” en el diario Tribuna de Ciudad del Carmen, a mediados de julio. La cadena fue completándose y ya hubo quienes hablaron con Paulina: “Una mujer me escribió que están muy alborotados todos los que saben la historia. A mí me encantaría tener la flor de oro”. Es que para los pobladores de Ciudad del Carmen el hecho que una ganadora del premio “Juan Rulfo para Primera Novela” haya participado de su certamen local significa un gran orgullo.

Paulina Movsichoff se prepara para venir a San Luis una vez más y presentar su libro “El tapiz de las horas” en la Feria del Libro de Villa Mercedes que se hace el mes próximo. Mientras, se deleita en lo bonito de la historia que la tiene como protagonista y que está muy cerca del realismo mágico.