Sin dudas es un apasionado de la política. Cuando habla política se transforma, cabalga sobre sus ideas y no conoce de frenos. Pero a la vez es mesurado, y elige con cuidado cada expresión y cada palabra. Por estos días una idea le quita el sueño: que la Unión Cívica Radical no pierda terreno en la arena política argentina. Por eso levanta su reclamo al frente Cambiemos, y a la propia conducción partidaria, para que el radicalismo recupere espacios y tenga su sitio desde el cual proponer sus ideas.
En una charla abierta con El Diario de la República, Ricardo Luis Alfonsín, hijo del prócer radical y ex presidente Raúl Alfonsín, habló de cómo la UCR pasó de casi desaparecer en 2001, a buscar este regreso a los primeros planos, con una alianza con el PRO de Mauricio Macri que, en su opinión, no equilibra las cargas de la mejor manera y deja de lado las propuestas de sus aliados, en particular del radicalismo.
"En el 2001 muchos lo dieron por muerto al partido. Se produjo una crisis del sistema de partidos en el país y creían que por lo menos la UCR dejaría de ser un actor importante en la política argentina. Y lo cierto es que estuvimos muy cerca: en 2003 sacamos el 2% de los votos. La sociedad estaba muy enojada con el partido, distanciada. Nos atribuía toda la responsabilidad por los problemas que se habían generado en aquella época", recuerda. Habló de la particularidad de que en 2007 fueron detrás de un candidato peronista (Roberto Lavagna), y de la recuperación en 2011. "En un momento en el que era muy difícil ser oposición porque al oficialismo le iba muy bien desde el punto de vista económico —más allá del mérito o no de la gestión—, tuvimos candidato propio y sacamos casi 13% de los votos. Esa proporción de argentinos identificada con los valores asociados a la UCR empezó a mirar al partido de nuevo".
Después vendría, en 2013, la aventura de UNEN, que terminó casi antes de empezar. "Entonces tuvimos que decidir un acuerdo con fuerzas políticas con las que no tenemos identidades comunes. Y de esa diferencia, de esa pluralidad, se enorgullecía Cambiemos: decía que era un activo que lo distinguía de los frentes políticos con los que tenía que competir".
Pero la unidad no se tradujo luego en una relación pareja de fuerzas. "Fuimos a las PASO y no pudimos ganar las elecciones, estuvimos bastante lejos. Pero se equivocan los amigos de Cambiemos y de los otros partidos si creen que la UCR representa el porcentaje de votos que obtuvimos en las PASO: creo que somos muchos más", dice Alfonsín. "Y me parece que no se advierte eso para adentro de Cambiemos. Por eso no tenemos la participación que debería tener el partido. Y lo deberían tener todos los partidos de Cambiemos, porque no son fuerzas que piensan igual".
El diputado nacional, de 65 años, llegó acompañado por Juan Manuel "Cachi" Casella (75), ex ministro de Trabajo en el gobierno de don Raúl y ex legislador nacional, y ex senador nacional por San Luis, Jorge Agúndez, Horacio Quevedo (ex titular de la CUR puntana) y un grupo de dirigentes de la UCR. Dice que siempre que visita una ciudad, visita algún diario. "Ya estuve acá", dice, mientras mira las paredes y el techo de lo que hoy es la biblioteca del espacio cultural "Los Libros de Charlie".
Para Ricardo Alfonsín, el problema de la falta de participación se origina en el principio de la alianza UCR-PRO. "Cambiemos tiene un defecto de nacimiento: no existió un acuerdo programático. Lo que nos unía básicamente era la necesidad de ahuyentar riesgos en términos republicanos, que se cernían respecto de valores democráticos en el país. Creemos que un triunfo del anterior oficialismo (kirchnerismo) podía profundizar el deterioro, la degradación y la devaluación de los valores republicanos que se había registrado. Y había que evitarlo; era peligroso. Eso hizo que nos reuniéramos fuerzas que pensaban distinto".
"Como tenía que ver con la República no se necesitaba un acuerdo programático porque la Constitución es el acuerdo programático. Pero también somos fuerzas que tenemos visiones distintas acerca de cómo hay que encarar los problemas. Todos coincidían en que teníamos que terminar con las administraciones irresponsables, que nos iban a generar problemas. Pero no había una sola manera de superar los problemas que se habían generado; cada uno de los partidos tenía una visión diferente", advierte.
Alfonsín también levanta sus quejas contra la conducción del radicalismo, encabezado por Ernesto Sanz a la hora de acordar con Macri, y desde diciembre de 2015 por José Manuel Corral. "No se hizo ese acuerdo. Pero el partido tampoco exigió la construcción y elaboración de un acuerdo programático. Es un déficit de Cambiemos, pero se puede reparar. Hasta ahora no lo hemos hecho pese a que varios en el radicalismo, tanto 'Cachi' como yo, hemos reclamado que la UCR sea tenida en cuenta antes de tomar las decisiones más trascendentes, no en el día a día. Y estoy seguro de que si nos hubieran consultado, muchas de las cosas que se han hecho se hubieran resuelto de manera distinta".
"Seguimos reclamando y todavía no contamos con la existencia de ese espacio. Y yo no responsabilizo al PRO, sino a los propios radicales que no reclaman con firmeza, por el bien de Cambiemos, la necesidad de conformar ese espacio", señala el diputado, con un dejo que también le da paso a la autocrítica.
De todos modos, aclara que no hay una pelea de fondo en el radicalismo y pide acción para sacarlo del oscurantismo. "Tenemos que trabajar para hacer visible al partido, para que sea considerado en sus posiciones. No comparto la idea de que por el hecho de integrar un frente, tenemos que callar nuestras discrepancias si no se nos da la chance de participar".
"Es muy fácil resolver esta cuestión, que sólo se da con las decisiones del Ejecutivo. En el Congreso no pueden; formamos un interbloque en el que tenemos un poquito más nosotros, de manera que ahí tienen que escucharnos y muchas veces introducimos reformas a proyectos que vienen del Ejecutivo y los mejoramos, aunque no se sepa", dice Alfonsín.
Para Casella, hay una razón inicial que puede explicar toda esta falta de articulación. "Somos un partido histórico, con 125 años de vida; el PRO es un grupo político que viene a 'superar' a los partidos históricos. Eso hay que superarlo con trabajo político, que choca con la dificultad de que muchos actores del PRO distancian".
El futuro del Gobierno
Alfonsín apunta a que, en lo que viene para el gobierno de Macri, la UCR tenga más protagonismo y pueda aportar sus ideas. Y aclara que no es muy optimista con la suerte del frente oficialista, si no hay un golpe de timón político.
—¿Qué evaluación hacen de la marcha del Gobierno a un año de asumir? Hay algunos que le ponen una “fecha tope”, primer trimestre del 2017…
— Casella (entre risas): Yo iba a escribir un artículo, no lo hice finalmente, en el que iba a escribir: ‘Ocho es una mala nota’.
— Alfonsín: En la escala de Richter (más risas). No, no, eso no es mío. Lo leí en Twitter. Si te digo la verdad, te mentiría (a esta altura, carcajadas). Hablando en serio: no he escuchado al partido que se exprese sobre esto; yo creo que tenemos que actuar con mucha responsabilidad. Porque tenemos el deber de asegurarnos que las cosas salgan bien; nuestra responsabilidad no es “no pagar costos políticos”. Esto nos obliga a acompañar las decisiones que nos parezca que sean correctas, aunque sean costosas políticamente, pero también a hacer sugerencias y propuestas.
Estoy preocupado por la suerte de Cambiemos, por cómo se pueden resolver los problemas de los argentinos. Si no ganamos las elecciones (de 2017), es porque no se resolvieron esos problemas, o no se generó la convicción en la sociedad de que se van a resolver.
Eso podría generar problemas severos, no solamente electorales, sino consecuencias serias. Una nueva frustración puede cansar a la sociedad, y pueden generarse las condiciones propicias para la aparición de liderazgos autoritarios, demagógicos, mesiánicos, aventureros. Populistas se los llama ahora.
Alfonsín acepta que la salida de la era kirchnerista presentaba desafíos y obligaba a tomar decisiones impopulares. "Había que hacer correcciones para evitar lo peor. Y de esas correcciones no se podía esperar un 2016 con recuperación de la economía y en el plano social; era de esperarse complicaciones. Cualquiera fuere el partido que hubiera ganado las elecciones, hubiera tenido que hacer lo mismo".
Sin embargo, remarca que esas medidas podrían haberse implementado de otra forma, con más diálogo. "La inflación pudo no ser tan alta, y en consecuencia las tasas pudieron no ser tan altas, y los niveles de pobreza no habrían crecido. Se cometieron algunos errores… Me parece que recién ahora se recuperan márgenes de libertad. En diciembre de 2015 el menú de políticas públicas era muy reducido".
La charla derivó hacia la polémica actual sobre la reforma del Impuesto a las Ganancias, que enfrentó como nunca en el año al Gobierno con la oposición. El legislador reparte cuestionamientos para el Ejecutivo y los partidos opositores. "No se puede tocar esto en quince días. Esto debió haberse empezado a tratar en marzo o abril, y aquí creo que también está en deuda el Gobierno. Debiéramos haber presentado un proyecto para que se discutiera mucho en el Congreso, el tiempo que fuera necesario".
No se muestra convencido de las "bondades" que pueda tener el proyecto que impulsan el massismo y el kirchnerismo en el Congreso. "Más allá de las buenas intenciones que pueda tener, tiene muchas inconsistencias, producto de haber sido tratado de manera tan apresurada y sin poder confrontar con los datos reales. Hay responsabilidades de todos; ojalá se puedan corregir esas inconsistencias. Con realismo, pero también teniendo en cuenta la necesidad de mejorar la situación de los trabajadores y jubilados. El esfuerzo debe ser equitativo: Estado, sector económico, trabajadores y jubilados".
Casella opina que "si hay un instrumento de redistribución, es el impuesto. Se dicen muchas consignas. La oposición, para derrotar al Gobierno, dice: 'Estamos pensando en el interés de los trabajadores'; y el Presidente también le baja el nivel a la discusión cuando reacciona visceralmente y dice: 'Esto lo van a pagar los gobernadores porque no van a tener la coparticipación'. Es una manera superficial de plantear la discusión. No escuché a nadie plantear qué hacemos con el IVA o con Ingresos Brutos".
Una amistad entrañable
"Soy amigo del 'Pupa'. Papá no tenía muchos amigos de esos de salir a comer, encontrarse y tutearse", cuenta Ricardo. "Eran de otra generación, no se tuteaban ni aunque tuvieran la misma edad: ni con Sourrouille, con Aldo Neri... Y el 'Pupa' era uno de los pocos al que Papá lo sentía como un amigo-amigo; se tuteaban y tenían una relación de mucha confianza", agrega. A su lado, Jorge Agúndez asiente cómplice al escuchar los recuerdos que dispara el diputado nacional.
Ricardo sigue: "Yo quiero mucho a la gente que, en momentos difíciles… Para un político, vivir momentos en que todos te ven negativamente es muy difícil, como ocurrió después del '89. Y yo al 'Pupa' lo quiero mucho, estoy muy agradecido por la solidaridad que tuvo en esos momentos", dice. Pero no puede con su genio, y hasta la anécdota familiar termina en una reflexión política.
"Además con el 'Pupa' coincidimos en todo. Y venimos hablando hace mucho tiempo acerca de cómo tenemos que hacer para que le vaya bien a Cambiemos y al mismo tiempo al partido, no son cosas incompatibles", asegura. Y advierte: "Ambos estamos preocupados porque no se hace todo lo que se puede hacer para que a Cambiemos le vaya bien, y no se hace ni el 10% de lo que se puede hacer para que al radicalismo le vaya bien".
Cambiemos en San Luis: un camino muy ríspido
Agúndez sostiene que en San Luis, la UCR y Cambiemos tienen problemas similares a los expresados por Alfonsín y Casella. "Siempre criticamos que no se podía hacer una alianza sin un dato programático que nos juntara. Nuestros representantes en las negociaciones no nos dijeron la verdad de entrada. Íbamos a ser parte del Go-bierno y de la gestión; el primero que nos aclaró la situación fue Macri, cuando dijo: 'El que gana, gobierna".
"Han subalternizado al partido radical" ,advierte el "Pupa". y aclara: "No estamos dispuestos a perder la identidad".
Según Agúndez, la conducción partidaria local, encabezada por el diputado nacional José Riccardo, compite con el PRO para ver quién tiene más posibilidades de acercarse al Presidente. "No queremos que se rompa Cambiemos, pero queremos que sea más justo con los radicales. No queremos una parte de radicales amigos de Cambiemos y otra parte, que porque le decimos la verdad, estemos excluidos".
El ex senador nacional también señaló que no hay contacto con el sector que dirige el partido en San Luis. "Los que tienen que llamar al diálogo son ellos. Llamaron a elecciones: tenían tantos errores que la jueza electoral la declaró nula. ¿Qué sentido tenía que fuéramos a una elección que estaba amañada?".
Para Agúndez, la UCR local vive un momento atípico: "Si el diputado nacional tiene que ser presidente del partido, es porque no tenemos gente. Y hay muchísimos radicales, cada vez más, que se inclinan por estas observaciones que hemos hecho. No es que vinieron Alfonsín y Casella y pasó desapercibido: han sido bien recibidos por la postura que tienen, que es la que nosotros tenemos".
"El otro día me adjudicaron haber dicho que eran 'un club de amigos'. No lo dije, pero adhiero perfectamente", asegura. "No hay diálogo porque, como decía Alfonsín padre: el que está arriba tiene que agacharse para agarrarle la mano al de abajo y no éste ponerse en puntas de pie para agarrar al de arriba.
Alfonsín asiente. "Siempre el que conduce tiene mayor res-ponsabilidad de hacer participar a todos", dice. Y cierra con una humorada: "Pero no sé, ¡yo no me meto en eso!".


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