Espumante festejo

Durante febrero Quilmes organizó una “Gira Inter-Nacional” en la que Catupecu Machu recorrió localidades argentinas con nombres extranjeros, como Las Vegas (en Mendoza), Londres (Catamarca), y la última, el jueves en Washington, al sur de Córdoba, pasando Justo Daract, hasta donde llegaron varios sanluiseños.

Esa jornada fue como una invasión rockera a un epicentro tan tranquilo. El guadal en el camino retrasaba la llegada para luego  inundar los pies en la tierra blanda.

Costumbres locales mezcladas con las tradiciones del rock. Lo funesto de su imagen contrastó con la idea de lo que, afortunadamente, no sucedió: desmanes. Los menores de 10 años gozaron el beneficio del concierto gratuito, por lo que las gaseosas pelearon fuerte contra la marca auspiciante.

La gente buscaba señal en el aire, como en antiguos tiempos de espacios nebulosos donde no llegaba la bendita internet.

El “Negro” Raúl, uno de los tantos puntanos que llegó al show, estaba feliz porque su chica era la conductora asignada, entonces pudo disfrutar del rock caliente del grupo central y la bebida fresca del sponsor.

Hubo un patio cervecero con luces y guirnaldas símil parque de diversiones, entre choripanes y bebidas frescas oficiales. También puestos de ventas de merchandising con remeras, gorras, vinchas y banderas.

Los asistentes se repartieron en mantas cubriendo un terreno que tardará en volver a crecer, debido a los intensos pogos desatados. Lucas y sus amigos rieron al encontrarse con otro grupo de daractenses, fueron varios los que cruzaron la frontera.

Los soportes fueron el dúo electrónico “Valdez” y el grupo “Translúcido”, de efectivas composiciones propias.

Los fans del grupo más ruidoso se hicieron notar a fuerza de un estallido que emparejó la potencia sónica de la banda central. “Es el ultimo show de la gira ¿están dormidos?” preguntó Fernando Ruiz Díaz, el líder de "Catupecu Machu", contento con el éxito de la gira.

Comenzaron con “La piel del camino”, y dos covers, uno distorsionado y estirado de “Plan B: anhelo de satisfacción” de Massacre, y otro más sensible “Para vestirte hoy”, de Lisandro Aristimuño. “Qué lindo es lo que empieza en un garage, es lo que hace enojar a los padres” gritó Fer Ruíz Díaz, en alusión al nombre del evento.

Hubo celulares grabando y algunos hasta transmitían online el furor del interior.

“Quiero un colchón de palmas hasta el fondo!” agitaba el vocalista, que corrió por el escenario, y sus compañeros lo asistieron, atentos a las salidas improvisadas de Fernando, que le cedió su micrófono al tecladista Macabre, para cantar el ramonero  “Blitzkrieg Bop”, incluso hubo espacio para los tangos “Mala suerte” y “De pura curda”.

“Era raro escuchar en la misma frase: ¡Gracias Washington, gracias Córdoba!”, reía Ruíz Díaz,

El cierre tuvo toda la furia del triplete asesino formado por “A veces vuelvo”, “Dale” y “Magia veneno”.

“No hacemos listas falsas desde que empezamos”, acotó Fernando llegando al fin. “Hay otros grupos que hacen la mentira del bis, ésta es la última canción de la gira” y parecía que se iban con “Y lo que quiero es que pises sin el suelo” pero en medio del tema, un niño con la remera de "Sumo" llamó su atención y comenzó a contar historias referidas a ese grupo, del que es fan y honró mixturando, a capella, “El ojo blindado”, “Mañana en el abasto”, “Heroína”, luego agradeció a Luca y al “Bocha” Sokol, continuó con “Par mil” de Divididos, volvió con “Mañana…” y retomó con “Y lo que quiero…” para despedirse a pura distorsión y la satisfacción de un concierto agradable, potente y efectivo.

Los calzados sucios de tierra se quedaron con el recuerdo de la zona.

El guadal en el camino retrasaba la salida, sumado al cansancio de esos pies que se hundían en la tierra blanda. El cuerpo supo durante días que estuvo en un show de Catupecu Machu.