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Una forense difícil de llevar y que terminó desorientada

Por redacción
| 18 de junio de 2017

En la Segunda Circunscripción Judicial, sólo hay una forense que se hace cargo de todas aquellas autopsias que los jueces ordenan. Para colmo, esa médica no suma adeptos. Los pierde.

 


En un principio, algunos pensaban que “la mala onda” de la especialista era sólo algo que dejaba ver cuando un periodista le preguntaba algo sobre las necropsias que había realizado. En esos cortos y secos contactos que tuvo con los trabajadores de prensa no sólo se limitaba a decirles que no iba a decir ni “mu” sobre su trabajo, sino que también sacaba a relucir su soberbia. “Prefiero no hablar (….) Además me da vergüenza ajena lo que por ahí veo publicado sobre las autopsias”, decía altanera y orgullosa, sobre datos que, al fin y al cabo, eran dados a conocer por jueces.

 


Pero nadie es perfecto. Y mucho menos ella. En el ambiente policial y judicial, no dejan de dispararse comentarios sobre ella que a cualquiera los pondría rojos de la vergüenza y, sin duda, bajarían su ego de un plumazo.

 


El último de ellos surgió hace unos días cuando debió concluir la causa por la que murió un nene de dos años y nueve meses. El chiquito había muerto en la casa de su padrastro, cuando su madre estaba a punto de bañarlo.

 


La criatura no tenía golpes, no tenía signos de ahorcamiento, ni siquiera un raspón. Tampoco un historial de enfermedades. Al contrario, tenía la libreta de salud completa, con todas sus vacunas.

 


Allí empezó el abismo de nuestra forense. La falta de signos que dieran cuenta de que el chico había muerto de una forma violenta la desorientaron.

 


Necesitaba focalizarse, pensar, a solas. Y, al parecer, los policías de la comisaría que llevaban adelante la investigación de esa muerte atentaban contra su concentración. Entonces, les dijo a los efectivos que habían ido hasta la morgue judicial que no los quería adentro. Los echó. Hasta los jefes de la Comisaría 31ª terminaron fuera de la sala de autopsias.

 


Cuando la necropsia terminó, los policías esperaban, al menos, un comentario sobre la causa por la que falleció la criatura. Pero, al parecer, luego de tanto aislamiento y meditación, la forense no tenía la respuesta. “Necesito hablar con la madre del nene, para hacerle unas preguntitas, porque hay cosas que sólo ella me podrá responder”, habría dicho la médica cuando salió al pasillo de la morgue.

 


La primera impresión de muchos fue: “Está más perdida que un perro en cancha de bochas".

 


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