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“El poder de imposición de la RAE ha quedado desdibujado”

El poeta bahiense, autor de los “cuadernos de lengua y literatura”, asegura que los chicos leen e incluso sorprenden con sus elecciones. Además se permite opinar sobre el lenguaje inclusivo y asegura que cuando se jubile continuará, de alguna manera, dando clases.

Por Noelia Barroso
| 19 de agosto de 2019
"El libro de papel sigue siendo irreemplazable". Fotos: Leandro Cruciani.

Para conocer a Mario Ortiz basta darle un buen repaso a los "Cuadernos de Lengua y Literatura", una suerte de textos que aúnan la poesía y la narración, “estaba la idea de que no fuesen necesariamente libros narrados, sino que pudiesen tener una estructura un poco más abierta. Por eso les puse ese nombre, sería como un manual de secundario, un cuaderno donde uno realiza determinadas experimentaciones, tareas, o contenidos”, describió sobre sus libros publicados. Para mantener una charla con el docente, hay que seguir atento el hilo de la conversación, sobre todo por su pasión literaria que se le escapa por la piel.

 

Hace unos meses lo invitaron a dar una charla en la Universidad Nacional de San Luis, en la que estudiantes de la carrera de Letras y docentes hicieron un intercambio de experiencias, lecturas y escrituras. “Fue un universo de recreaciones, prácticas, planes de estudio y cómo ven su propia escritura. No conocía la provincia, siempre me gusta conocer otros paisajes aunque fundamentalmente el paisaje humano”, expresó.

 

 

Profe. La docencia es claramente un servicio y eso da muchísimas gratificaciones.

 

 

Mientras escribía los tomos tres y cuatro, empezó a experimentar con la prosa, el ensayo, la narración, la poesía y también la fotografía, que fue incorporando de a poco tal vez porque comenzó a publicar casi a los 30 años. Hoy con 53 y con once volúmenes editados y el próximo en la editorial, el escritor aún tiene muchas ideas en carpeta.

 

El profesor de “Literatura contemporánea 1” en escuelas secundarias y de cátedras y talleres similares en instituciones universitarias, se ampara en su carrera como docente para afirmar que los chicos leen pero que “hay de todo”. En el ámbito escolar en el que él se desempeña se encuentra con una población muy amplia. “Hay chicos que de por sí están con alguna novela o con las sagas de moda. De pronto, uno de los alumnos me mostró que estaba leyendo un libro de Kant. Tremendo. Otro me dice ‘Profe, voy a engancharme a leer ahora La Guerra y la Paz de Tolstoi’. Bueno, haga no más”.

 

Con su considerable experiencia en las aulas, y otra tanta en la escritura, Ortiz se permite hacer una valoración sobre el lenguaje inclusivo, tan debatido por estos días. Afirma que hay una creciente cantidad de producción teórica al respecto, pero confiesa que aún no lo ha leído. “Me parece fantástico que se discuta, que se desnaturalicen determinadas prácticas, como por ejemplo decir alumnos o chicos. ¿No hay chicas en el curso? Y pensar también que todas estas problemáticas culturales se enraizan en la lengua. La lengua es política, tomar consciencia y que se discuta está bárbaro. Ahora, yo no soy un adolescente, tampoco un anciano, uno viene con décadas de una determinada práctica de lenguaje y de escritura. La parte más estructural de la lengua, la parte morfosintáctica, lleva décadas y hasta uno o dos siglos para que cambie”, aseguró aunque está convencido de que “el poder de imposición de la RAE ha quedado medio desdibujado”.

 

 

Fantástico. La lengua es política, tomar consciencia y que se discuta, está bárbaro.

 

 

En su vida, enseñar y escribir son tan similares como diferentes, pero no se atreve a decantarse solo por una de esas actividades. “La docencia es un trabajo maravilloso. Aunque no creo que me bancase solamente trabajar en la docencia sin escribir y no creo que me bancase estar todo el día escribiendo sin estar en contacto con gente y sintiéndome útil, transmitiendo un determinado contenido. La docencia es claramente un servicio y eso da muchísimas gratificaciones”, aseguró, tal vez tomando una leve inclinación. “El día en que me jubile voy a seguir de algún modo dando clases. Porque es una actividad social y la escritura es una actividad muy solitaria. Muy linda, intensa pero de puertas cerradas”.

 

Tan solitaria como leer, investigar, estudiar, con escasos momentos de sociabilidad y desconexión del mundo y de la gente. Como lector se considera más propenso a la poesía, al teatro o a “textualidades, que son más bien experimentales. Algunos textos que no digo que sean ilegibles o incomprensibles, sino que se plantean qué géneros son. Eso me gusta mucho”, dijo y aclaró que está muy atento a algunas producciones como las de su amigo y colega Sergio Reimondi: “No porque sea conocido mío bahiense, pero es un poeta fundamental y en Argentina hay una literatura extraordinaria”.

 

Tal vez Mario nunca se acostumbre a las lecturas digitales “porque soy muy chicato. Además no tengo esos dispositivos. Yo soy del papel, el libro sigue siendo irreemplazable, totalmente”. Pero continúa repartiendo el tiempo entre la actividad docente durante el año y la escritura en las vacaciones, que es su período más fuerte de trabajo. “Uno tiene todo el tiempo disponible y aunque no esté las 24 horas escribiendo ni muchísimo menos es como que uno está en clima, con la cabeza puesta en eso”.

 

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