23°SAN LUIS - Domingo 28 de Abril de 2024

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La caída del consumo impone su peso en el mercado ganadero

El mercado ganadero no reacciona porque la oferta disponible de hacienda liviana que tiene como destino atender al consumo interno sigue siendo elevada. Por eso se achicó la diferencia entre los precios de novillitos y vaquillonas de feedlot con los de vacas y toros cuya carne tiene destino de exportación

 

El ejemplo claro de cómo está el mercado lo tuvimos a mediados de esta semana en el Mercado Agroganadero de Cañuelas cuando se ofertaron 10.600 vacunos que permitieron que la demanda opere con comodidad y eso derivó en una leve y nueva baja de los valores.

 

Hay carne en las cámaras de los frigoríficos, las carnicerías están abastecidas y los bolsillos semivacíos

 

Luego del pico de precios que se dio en la semana posterior a la asunción del presidente Javier Milei la tendencia fue bajista.

 

El miércoles pasado los precios corrientes del novillo fueron entre 1.300 y 1.500 pesos, para los novillitos de feedlots entre 1.300 y 1.500 pesos y las vaquillonas se vendieron entre 1.250 y 1.450 pesos.

 

Con respecto a los precios de aquellos días el valor promedio del novillo cayó 15%, los novillitos 17% y las vaquillonas 16%.

 

La caída tiene que ver con los problemas que arrastra el consumo interno desde hace ya bastante tiempo y que se profundizaron tras la devaluación de diciembre que disparó la inflación al 25% según diferentes estimaciones privadas.

 

A eso se agrega que el sector de la sociedad que tiene poder de compra se encuentra en gran parte de vacaciones lo que también reduce la demanda en los grandes centros urbanos.

 

Para este año se espera que la oferta de ganado para faena sea menor que la de 2023 y eso achicaría el volumen disponible para el consumo.

 

De los 14,5 millones de animales que se vendieron a los frigoríficos se espera que se pase a una oferta de 13/13,5 millones y que quizás haya algo más de demanda exportadora si las condiciones de competitividad y la oferta de novillos y vacas lo permiten.

 

Eso podría compensar el efecto bajista en los precios de un consumo muy golpeado.

 

De todos modos, los precios siguen siendo históricamente altos. Respecto de los valores de inicios de 2023 el novillo aumento 350%. En los primeros 10 días de enero del año pasado promedió 300 pesos.

 

A pesar del incremento de precios para el engorde a corral las cuentas no dan bien porque aumentó también el ternero en porcentajes similares.

 

El ternero de invernada que en enero del año pasado se vendía en 350/380 pesos y la ternera algo por debajo, hoy se pagan entre 1.600 y 1.800 pesos. La suba fue de 380%.

 

Y el maíz que es la base de la alimentación también pegó un salto importante. En enero del año pasado valía cerca de 45 mil pesos y ahora está disponible por tonelada casi 160.000 pesos. Es decir, subió cerca de 4 veces.

 

En este contexto las pérdidas son abultadas en este eslabón de la cadena. Según la Cámara de Feedlot llegan a 55.000 pesos por animal antes de cargarle el costo financiero de la inmovilización del dinero y a 200.000 pesos una vez que se incorpora ese dato a la cuenta.

 

El punto de equilibrio para este sector se encuentra con una invernada en 1.400 pesos, es decir, 20% menos de lo que vale hoy y con un novillito de feedlot en 1.700 pesos, 15% por encima de lo que venden ese animal a los frigoríficos.

 

 

Perspectivas ganaderas

 

La oferta de ganado para la faena en los primeros meses del año, y muy probablemente hasta la entrada del invierno, será reducida. El cambio climático está generando el inicio de un ciclo ganadero opuesto al del año pasado, el de la retención.

 

En consecuencia, ya no se contará con la alta oferta de vacas y el destete será menor al esperado por lo que se espera una caída de por lo menos un millón de animales en la faena, lo que equivale a la faena de todo diciembre.

 

La baja podría ser mayor si los ganaderos apuestan por la retención que podría ser impulsada tanto por factores positivos como la libertad comercial y el control de la inflación, como por los negativos que llevarían a refugiarse en el capital hacienda.

 

Lo que queda por verse es de cuánto sería la retención, decisión que estará condicionada también por necesidades financieras, de reposición del stock perdido o disponibilidad de forraje.

 

Está claro que pese a la venta forzada por la seca, el 2023 fue un año bueno para la cría y sobre todo en la segunda parte del año, se vendió bien el ternero y la vaca para faena, urgencias financieras no hay en forma masiva, sí intenciones de reponer stock y producir más y el pasto está apareciendo por todos lados.

 

Si se da ese escenario de fuerte retención habrá menos faena de vacas y menos ganado para el engorde a corral sobre todo en el primer semestre.

 

La faena del 2024 será más baja a la de 2023 en un escenario económico y social complicado, en el cual la demanda interna ya dio muestras de tener sus límites para la suba de los precios de la carne y más allá de su marcada preferencia por este alimento.

 

La oferta será baja por como todos saben la sequía impidió en 2023 retener y hacer recría, los productores debieron vender más vientres de lo deseado y la mayor parte de los terneros fueron a los feedlots sin proceso pastoril previo.

 

En 2023 los engordes a corral recibieron 5 millones de animales, 10% que en 2022 cuando la sequía ya apretaba y cuando la faena fue también alta, aunque no tanto.

 

Los corrales se van vaciando, proceso propio de la época porque ya no quedan terneros y porque el número da mal para el que lleva al feedlot sin haber metido kilos a pasto.

 

Sin oferta importante de este eslabón de la cadena en los meses que viene, con caída marcada en la oferta de vacas y poca disponibilidad de novillos el mercado va a un escenario de escasez al menos en el primer cuatrimestre y hasta que aparezcan los primeros lotes terminados en forma intensiva.

 

En el segundo semestre la situación será diferente, pero hay que llegar hasta ese momento.

 

El 2023 cerró con un mercado inestable, en inicios de diciembre el recambio electoral y la incertidumbre ante los anuncios y medidas llevaron a una suba del precio que chocó contra la realidad de la calle. Las fuerzas del cielo se la dieron contra el suelo y todo volvió para atrás.

 

En enero lo que se ve es un sostenimiento de valores que están en niveles altos en términos históricos y en función de la competitividad cambiaria para la exportación, pero que podrían quedar atrasados en poco tiempo más de persistir una inflación tan alta como la de diciembre en el verano.

 

El precio del kilo de novillo, novillito y vaquillona de feedlot y de buen rinde en 1.500 pesos significan casi 2 dólares por kilo vivo.

 

Los valores del novillo de exportación para la cuota Hilton puesto en planta rondan los 2.900 pesos con un dólar carne de 787 pesos también dan una cuenta similar y un precio por kilo en gancho de más de 3,60, valor superior al que pagan los frigoríficos en Uruguay y en Brasil que además tiene niveles de productividad y de ventas en los mercados internacionales mucho mayores.

 

Las medidas que tomó el Gobierno y las que pretende impulsar generan confusión y desilusión en el sector.

 

Algunos festejan la mayor libertad exportadora y la mejora en la competitividad cambiaria, pero la inflación de este mes, la liberación del mercado de los combustibles, los aumentos salariales que se vienen y sobre todo la intención oficial de castigar al sector con más impuestos generan al menos mucha preocupación.

 

El interés de salvar el déficit incrementando primero la presión fiscal y sobre todo hacia el campo que apoyó masivamente al nuevo presidente causó desilusión y preocupación por las perspectivas para el negocio.

 

Los exportadores así lo han manifestado a los medios en diferentes oportunidades, dicen que todavía hay que esperar para ver cómo se acomodan los melones en el carro, pero al mismo tiempo no ocultan esa realidad: todo lo ganado puede escurrirse como arena entre los dedos con un par de meses de inflación alta, devaluación lenta y más derechos de exportaciones.

 

En definitiva, nada que no se haya vivido en los gobiernos anteriores.

 

Además, los exportadores cuentan con un gran cliente, China, que tomó la sartén por el mango del negocio y que marca el ritmo de los precios porque sabe que no tiene competidor alguno en el escenario mundial.

 

La otra demanda, la interna, está intacta en cuanto a sus intenciones de ingesta de carne vacuna y por eso el año pasado se bancó subas cercanas al 200% en el precio, es decir, superiores a la inflación relegando el gasto en otros productos. Pero todo tiene un límite y por eso las fiestas pasaron sin pena ni gloria, no hubo en 2023 el efecto llenado de la heladera en la segunda parte de diciembre.

 

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