Vecinos de La Ribera piden que les arreglen una cloaca que rebalsa
El problema está ubicado en la intersección de Rodolfo Walsh y Oscar Díaz. Aseguran que el olor es insoportable y que cuando llueve todo empeora, porque el agua tarda en irse.
Un grupo de vecinos del barrio La Ribera solicitó el arreglo de una tapa de cloaca que rebalsa todas las noches y está ubicada en la esquina de calles Rodolfo Walsh y Oscar Díaz. En la actualidad, el agua de sumidero recorre unas dos cuadras y aseguran que el olor es insoportable. Si bien desde Obras Sanitarias Mercedes (OBM) han respondido a sus múltiples reclamos, no les brindaron una solución definitiva para que no siga sucediendo.
Natasha Palorma, vecina de la zona, le comentó a El Diario de la República que cuando llueve todo empeora más, ya que el líquido cloacal queda estancado por varias semanas. “Toda el agua baja hacia mi vereda y tarda bastante en irse, se empieza a hacer barro y sale mucho olor a podrido”, manifestó.
Otro de los vecinos de la manzana más afectada, y que no quiso dar su identidad, aseguró, al igual que Palorma, que hace mucho tiempo tienen este inconveniente y que reniegan constantemente con el colapso de esa tapa y la contaminación que esas pequeñas lagunas generan y que pueden convertirse en posibles focos de infección.
En frente, Verónica, indicó que por más que limpien y saquen el agua acumulada en los cordones de las veredas de sus viviendas, en pocas horas vuelve a llenarse. “Desde Obras Sanitarias no nos han brindado una solución de raíz, porque el problema persiste hace tiempo y todavía sigue sin resolverse”, expresó.
Otra vecina que no quiso decir su nombre y apellido coincidió con la mujer en que todos los días lidian con esa preocupación.
“Se supone que la cloaca no debería estar rota y nosotros no deberíamos estar reclamando. Siempre pasa que el agua se termina acumulando y armando un gran charco en la esquina”, reveló Palorma. También dijo que desde la última vez que llovió el líquido quedó y no llegó a secarse.
Durante la noche, el agua sube, sobrepasa la tapa de sumidero y comienza a desparramarse por las calles cercanas. Cuando las personas que viven en el complejo habitacional se despiertan, se encuentran con los charcos y el fuerte olor que emanan.
Los días pasan y la paciencia se agota. Los vecinos que expresaron su malestar ante la situación, también mostraron cansancio y desánimo. El acostumbramiento al inconveniente que tienen aumenta y la respuesta definitiva por parte del Municipio no llega.


Más Noticias