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Crece el nuevo modo de robar comercios mientras están cerrados

Los ladrones rompen cerraduras, rejas y vidrios de los ventanales para poder ingresar a los locales.

Por redacción
| 11 de agosto de 2024
Uno de los comercios atacados la semana pasada. Foto: El Diario
Los robos a comercios en la ciudad de San Luis han dejado de ser una novedad y se han convertido en una preocupación constante. En las últimas semanas, más de una decena de negocios fueron blanco de delincuentes que, utilizando métodos similares, aprovecharon la tranquilidad de la noche para romper rejas, cerraduras y vidrios, llevándose todo lo que pudieron en cuestión de minutos. El temor se ha apoderado de los comerciantes, quienes, cada vez que cierran sus locales, se enfrentan a la incertidumbre de si al día siguiente encontrarán su fuente de trabajo intacta.
 
La primera vez que ocurrió algo similar la novedad del modus operandi llamó la atención, pero ahora, cada nuevo hecho reafirma la certeza de que esta modalidad se ha sumado a los otros tipos de robos que azotan a la capital. Sin embargo, en las estadísticas policiales, estos ataques se diluyen bajo categorías como "daños", lo que oculta la verdadera magnitud del problema que está afectando a los comerciantes locales.
 
El pasado 5 de julio, un comercio de venta de celulares, ubicado en plena peatonal Rivadavia, fue el escenario de uno de estos audaces robos. Ni el frío extremo de la madrugada ni la ubicación céntrica fueron suficientes para disuadir a los delincuentes, quienes destrozaron los vidrios del local "Mac Cell" y se llevaron varios artículos. La escena que encontró el dueño al llegar por la mañana era desoladora: vidrios rotos y estantes vacíos, mientras un puñado de policías esperaba en la puerta para informarle del ataque.
 
Solo unos días después, el 2 de agosto, un pequeño almacén que acababa de abrir sus puertas en calle Catamarca, frente al Parque de las Naciones, fue otro de los blancos de los ladrones. A menos de una semana de su inauguración, los dueños se encontraron con la desagradable sorpresa de una puerta rota y un local despojado de un televisor, una cafetera, cinco mil pesos en efectivo y algunas golosinas. La impotencia de los propietarios era palpable, especialmente porque parte de su inversión había sido en una alarma que falló al momento del robo.
 
No solo los robos consumados han generado alarma, sino también los intentos fallidos. El 1 de agosto, un vecino que pasaba por la intersección de Bolívar y Chacabuco alertó a la policía sobre un hombre vestido de negro que intentaba forzar la entrada de un comercio. A pesar de que los daños en la puerta y el vidrio eran evidentes, el hecho fue reportado a la Justicia solo como "daños", minimizando así la gravedad del delito en las estadísticas oficiales.
 
La frecuencia con la que se están produciendo estos hechos en San Luis es alarmante. El 26 de junio, una herboristería del centro fue saqueada a primera hora de la mañana. Los ladrones rompieron un vidrio y se llevaron sahumerios, velas y fragancias, entre otros productos. La audacia con la que actuaron, en pleno microcentro de la ciudad, frente a un comedor universitario y a metros de un sanatorio privado, es un claro indicio de la impunidad con la que se mueven estos delincuentes.
 
Los robos no discriminan entre tipos de comercios. Desde el intento de robo a una colchonería el 27 de febrero, que terminó con dos jóvenes detenidos, uno de ellos herido al cortarse con los vidrios rotos del local que intentaron saquear, hasta hoy la lista no paró de crecer. Incluso entre el 23 y el 24 de mayo hubo dos hechos a escasas cuadras de la plaza Pringles. El  23 una barbería de Mitre y Ayacucho fue desvalijada y un día después fue el turno de un famoso sex shop de Junín y Chacabuco.
 
Cada nuevo robo deja una marca en la comunidad. Tal es el caso de "Don Paulino", una despensa con más de 60 años de historia que cerró sus puertas el 12 de junio, después de ser asaltada en dos ocasiones consecutivas en el mismo día. La propietaria, Perla de Pascuales, no pudo contener las lágrimas al narrar cómo el negocio que heredó de su padre fue vaciado por completo por los ladrones.
 
La situación ha llegado a un punto crítico, donde comerciantes como Claudio Baccello, quien ha sido asaltado cuatro veces en su local en la avenida Juan Gilberto Funes, se plantean cerrar definitivamente. “Me vine de Buenos Aires para vivir tranquilo, pero no logro conseguirlo. Esta situación no da para más”, expresó amargamente.
 
San Luis, una ciudad que supo ser destino de muchos argentinos que huyeron de otras provincias por la falta de  tranquilidad, ahora enfrenta una ola de robos que amenaza con destruir la confianza y la seguridad de sus habitantes. Mientras los delincuentes parecen operar con total impunidad, los comerciantes locales viven con el temor constante de que su negocio sea el próximo en la lista.
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Los robos a comercios en la ciudad de San Luis han dejado de ser una novedad y se han convertido en una preocupación constante. En las últimas semanas, más de una decena de negocios fueron blanco de delincuentes que, utilizando métodos similares, aprovecharon la tranquilidad de la noche para romper rejas, cerraduras y vidrios, llevándose todo lo que pudieron en cuestión de minutos. El temor se ha apoderado de los comerciantes, quienes, cada vez que cierran sus locales, se enfrentan a la incertidumbre de si al día siguiente encontrarán su fuente de trabajo intacta.
 
La primera vez que ocurrió algo similar la novedad del modus operandi llamó la atención, pero ahora, cada nuevo hecho reafirma la certeza de que esta modalidad se ha sumado a los otros tipos de robos que azotan a la capital. Sin embargo, en las estadísticas policiales, estos ataques se diluyen bajo categorías como "daños", lo que oculta la verdadera magnitud del problema que está afectando a los comerciantes locales.
 
El pasado 5 de julio, un comercio de venta de celulares, ubicado en plena peatonal Rivadavia, fue el escenario de uno de estos audaces robos. Ni el frío extremo de la madrugada ni la ubicación céntrica fueron suficientes para disuadir a los delincuentes, quienes destrozaron los vidrios del local "Mac Cell" y se llevaron varios artículos. La escena que encontró el dueño al llegar por la mañana era desoladora: vidrios rotos y estantes vacíos, mientras un puñado de policías esperaba en la puerta para informarle del ataque.
 
Solo unos días después, el 2 de agosto, un pequeño almacén que acababa de abrir sus puertas en calle Catamarca, frente al Parque de las Naciones, fue otro de los blancos de los ladrones. A menos de una semana de su inauguración, los dueños se encontraron con la desagradable sorpresa de una puerta rota y un local despojado de un televisor, una cafetera, cinco mil pesos en efectivo y algunas golosinas. La impotencia de los propietarios era palpable, especialmente porque parte de su inversión había sido en una alarma que falló al momento del robo.
 
No solo los robos consumados han generado alarma, sino también los intentos fallidos. El 1 de agosto, un vecino que pasaba por la intersección de Bolívar y Chacabuco alertó a la policía sobre un hombre vestido de negro que intentaba forzar la entrada de un comercio. A pesar de que los daños en la puerta y el vidrio eran evidentes, el hecho fue reportado a la Justicia solo como "daños", minimizando así la gravedad del delito en las estadísticas oficiales.
 
La frecuencia con la que se están produciendo estos hechos en San Luis es alarmante. El 26 de junio, una herboristería del centro fue saqueada a primera hora de la mañana. Los ladrones rompieron un vidrio y se llevaron sahumerios, velas y fragancias, entre otros productos. La audacia con la que actuaron, en pleno microcentro de la ciudad, frente a un comedor universitario y a metros de un sanatorio privado, es un claro indicio de la impunidad con la que se mueven estos delincuentes.
 
Los robos no discriminan entre tipos de comercios. Desde el intento de robo a una colchonería el 27 de febrero, que terminó con dos jóvenes detenidos, uno de ellos herido al cortarse con los vidrios rotos del local que intentaron saquear, hasta hoy la lista no paró de crecer. Incluso entre el 23 y el 24 de mayo hubo dos hechos a escasas cuadras de la plaza Pringles. El  23 una barbería de Mitre y Ayacucho fue desvalijada y un día después fue el turno de un famoso sex shop de Junín y Chacabuco.
 
Cada nuevo robo deja una marca en la comunidad. Tal es el caso de "Don Paulino", una despensa con más de 60 años de historia que cerró sus puertas el 12 de junio, después de ser asaltada en dos ocasiones consecutivas en el mismo día. La propietaria, Perla de Pascuales, no pudo contener las lágrimas al narrar cómo el negocio que heredó de su padre fue vaciado por completo por los ladrones.
 
La situación ha llegado a un punto crítico, donde comerciantes como Claudio Baccello, quien ha sido asaltado cuatro veces en su local en la avenida Juan Gilberto Funes, se plantean cerrar definitivamente. “Me vine de Buenos Aires para vivir tranquilo, pero no logro conseguirlo. Esta situación no da para más”, expresó amargamente.
 
San Luis, una ciudad que supo ser destino de muchos argentinos que huyeron de otras provincias por la falta de  tranquilidad, ahora enfrenta una ola de robos que amenaza con destruir la confianza y la seguridad de sus habitantes. Mientras los delincuentes parecen operar con total impunidad, los comerciantes locales viven con el temor constante de que su negocio sea el próximo en la lista.
Los robos a comercios en la ciudad de San Luis han dejado de ser una novedad y se han convertido en una preocupación constante. En las últimas semanas, más de una decena de negocios fueron blanco de delincuentes que, utilizando métodos similares, aprovecharon la tranquilidad de la noche para romper rejas, cerraduras y vidrios, llevándose todo lo que pudieron en cuestión de minutos. El temor se ha apoderado de los comerciantes, quienes, cada vez que cierran sus locales, se enfrentan a la incertidumbre de si al día siguiente encontrarán su fuente de trabajo intacta.
 
La primera vez que ocurrió algo similar la novedad del modus operandi llamó la atención, pero ahora, cada nuevo hecho reafirma la certeza de que esta modalidad se ha sumado a los otros tipos de robos que azotan a la capital. Sin embargo, en las estadísticas policiales, estos ataques se diluyen bajo categorías como "daños", lo que oculta la verdadera magnitud del problema que está afectando a los comerciantes locales.
 
El pasado 5 de julio, un comercio de venta de celulares, ubicado en plena peatonal Rivadavia, fue el escenario de uno de estos audaces robos. Ni el frío extremo de la madrugada ni la ubicación céntrica fueron suficientes para disuadir a los delincuentes, quienes destrozaron los vidrios del local "Mac Cell" y se llevaron varios artículos. La escena que encontró el dueño al llegar por la mañana era desoladora: vidrios rotos y estantes vacíos, mientras un puñado de policías esperaba en la puerta para informarle del ataque.
 
Solo unos días después, el 2 de agosto, un pequeño almacén que acababa de abrir sus puertas en calle Catamarca, frente al Parque de las Naciones, fue otro de los blancos de los ladrones. A menos de una semana de su inauguración, los dueños se encontraron con la desagradable sorpresa de una puerta rota y un local despojado de un televisor, una cafetera, cinco mil pesos en efectivo y algunas golosinas. La impotencia de los propietarios era palpable, especialmente porque parte de su inversión había sido en una alarma que falló al momento del robo.
 
No solo los robos consumados han generado alarma, sino también los intentos fallidos. El 1 de agosto, un vecino que pasaba por la intersección de Bolívar y Chacabuco alertó a la policía sobre un hombre vestido de negro que intentaba forzar la entrada de un comercio. A pesar de que los daños en la puerta y el vidrio eran evidentes, el hecho fue reportado a la Justicia solo como "daños", minimizando así la gravedad del delito en las estadísticas oficiales.
 
La frecuencia con la que se están produciendo estos hechos en San Luis es alarmante. El 26 de junio, una herboristería del centro fue saqueada a primera hora de la mañana. Los ladrones rompieron un vidrio y se llevaron sahumerios, velas y fragancias, entre otros productos. La audacia con la que actuaron, en pleno microcentro de la ciudad, frente a un comedor universitario y a metros de un sanatorio privado, es un claro indicio de la impunidad con la que se mueven estos delincuentes.
 
Los robos no discriminan entre tipos de comercios. Desde el intento de robo a una colchonería el 27 de febrero, que terminó con dos jóvenes detenidos, uno de ellos herido al cortarse con los vidrios rotos del local que intentaron saquear, hasta hoy la lista no paró de crecer. Incluso entre el 23 y el 24 de mayo hubo dos hechos a escasas cuadras de la plaza Pringles. El  23 una barbería de Mitre y Ayacucho fue desvalijada y un día después fue el turno de un famoso sex shop de Junín y Chacabuco.
 
Cada nuevo robo deja una marca en la comunidad. Tal es el caso de "Don Paulino", una despensa con más de 60 años de historia que cerró sus puertas el 12 de junio, después de ser asaltada en dos ocasiones consecutivas en el mismo día. La propietaria, Perla de Pascuales, no pudo contener las lágrimas al narrar cómo el negocio que heredó de su padre fue vaciado por completo por los ladrones.
 
La situación ha llegado a un punto crítico, donde comerciantes como Claudio Baccello, quien ha sido asaltado cuatro veces en su local en la avenida Juan Gilberto Funes, se plantean cerrar definitivamente. “Me vine de Buenos Aires para vivir tranquilo, pero no logro conseguirlo. Esta situación no da para más”, expresó amargamente.
 
San Luis, una ciudad que supo ser destino de muchos argentinos que huyeron de otras provincias por la falta de  tranquilidad, ahora enfrenta una ola de robos que amenaza con destruir la confianza y la seguridad de sus habitantes. Mientras los delincuentes parecen operar con total impunidad, los comerciantes locales viven con el temor constante de que su negocio sea el próximo en la lista.
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