Valores del humanismo como artículos de cotillón
La estrategia de imponer el individualismo por sobre el derecho natural de organizarse que tienen los estamentos sociales. Por Ramón Ventura Fernández, abogado
Las declaraciones formuladas por el ministro Federico Sturzenegger a un periódico español que la idea es "desarticular las estructuras de los gremios", confirma la estrategia de imponer el individualismo, zorro libre en gallinero libre, por sobre el derecho natural de organizarse que tienen los estamentos sociales, en el caso los trabajadores que desde la periferia y con espíritu solidario y colectivo buscan desterrar toda cultura deshumanizante. Ese es el rol y misión que tiene el asociacionismo laboral en los estados democráticos.
Se pregona la libertad, pero cuando no gusta una organización aplican la salvaje libertad de destruir, condenando la libre y auto organización.
En un principio estudiosos del tema habían concluido que el derecho de formar sindicatos se corresponde con la realización de un derecho natural que no necesita en consecuencia regulación.
Pero circunstancias han determinado su reglamentación, que en modo alguno no debe significar el apartamiento de la voluntad del trabajador.
Desde siempre he sostenido la visión de que los convenios colectivos de trabajo deben celebrarse por región, por actividad y dejar en la órbita de la empresa la negociación del tema de la división del trabajo o categorías, como forma de posibilitar que el acuerdo refleje las particularidades socio económica de la región y la dignidad humana y condición única de cada trabajador.
El exclusivo sujeto que puede trabajar es el ser humano quien deja en el objeto elaborado o producido parte de su personalidad.
De allí la importancia de los convenios colectivos; para las partes lo acordado es ley.
Se habla de acuerdos convencionales por empresa.
En efecto, los sindicatos cordobeses de la empresa Citrac, que nucleaba a trabajadores de Fiat, y el Citramf, sindicato metalmecánico de Ferreyra que organizo a los trabajadores de Materfer y que movilizó junto con los gremios de Luz y Fuerza y de Smata el llamado “Cordobazo” del 29 de mayo de l969, significó en la realidad su defunción.
El alto protagonismo de estas organizaciones de empresa en la década del 70 llevo a la práctica el ‘nunca más’ registrar una agremiación de esta naturaleza, según mi conocimiento.
El capital o la patronal necesitaba abolir esta nueva experiencia de sindical. Como hoy necesitan destruir para avanzar en la demolición.
Ahora, el mismo sector que canceló a los sindicatos referidos, absurdamente pretende que los convenios sean por empresa soslayando la representatividad de los trabajadores y debilitando la concentración del poder negociador que la ley otorga a la parte más débil.
Sentido común al palo.
Pienso que las condiciones generales de pobreza y marginalidad no acompañarán estas aventuradas experiencias de quebrar la solidaridad y despreciar las experiencias de los trabajadores.
Como en las fiestas, para el mercado y la especulación financiera que no son entelequia sino personas, lo primero que se tira o abandona es el cotillón.
Que sigan allí haciendo lo que hacen, pues son temporales.
El humanismo y sus valores - lo permanente - no son ni serán un artículo de cotillón.
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