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La historia del puntano que tendrá la chance mundialista en el Kickboxing

Tiene 25 años y hace cuatro vive en Barcelona. El 24 de enero disputará una pelea contra Sofian Hadj-Brahim, doble campeón del mundo al que a le ganó por nocaut hace un año. En San Luis, fue goleador en Estudiantes y Juventud.

Por redacción
| 26 de diciembre de 2025

Lo primero que hizo apenas llegó a Barcelona fue ir a la plaza mayor. Tenía en una mano un bolso con la ropa de entrenamiento; en la otra un bolso con la ropa de diario y en la billetera dos mil dólares que se habían reducido tras cambiar algo en el aeropuerto. No tenía señal en el teléfono, no tenía un amigo que lo esperara y no tenía adónde ir. Entonces, se hizo la pregunta con la que empezó todo: “¿Y ahora qué hago?”.

 

 

Tomás Ezequiel Ortiz tenía 21 años, un pasado como promesa en el fútbol de San Luis, una ilusión intacta y un par de guantes de Kickboxing, la actividad que había empezado a practicar unos años antes y que le había cambiado la vida. El Covid estaba dando sus últimos coletazos y el joven puntano comenzaba una nueva etapa en Europa.

 

 

“Cuando empecé con el kickboxing me di cuenta que que me gustaba, que me ayudaba a conectar conmigo, que podía canalizar toda la energía que tenía en el deporte y que dependía mucho de mí, que si me esforzaba, iba a conseguir los resultados. Ahí empecé a entender que cuando uno trabaja empieza a sembrar sus cosas”, le dice el peleador a El Diario de la República desde Murcia, donde se instaló para el desafío más grande de su carrera.

 

 

El sábado 24 de enero, Ortiz peleará por el título del mundo en la categoría de menos de 69 kilos con el francés Sofian Hadj-Brahim, dos veces campeón. La disputa será en Francia y el puntano la espera con mucho optimismo. En la pelea anterior con el francés, el año pasado, Ezequiel lo noqueó en el primer round. “Se quedaron con la pica, me pidieron la revancha y yo les dije que se las daría si ponen en juego el título”, desafió el joven.

 

 

Ortiz nació en San Luis el 7 de octubre del 2000. Su familia, compuesta por mamá, papá y una hermana, vive en la zona de avenida España y Sucre y terminó el colegio en San Marino, luego de pasar por San Luis Rey. En paralelo a los estudios, Ezequiel también se dedicaba al fútbol.

 

 

Pasó por Estudiantes y Juventud y salió goleador de uno de los torneos de las divisiones juveniles de AFA. De ahí pasó a Olimpo de Bahía Blanca y a Ferro Carril Oeste, donde tuvo la primera experiencia de vivir en soledad. A los 19 años regresó para ser parte del plantel de Juventud, que lo había llamado para ser parte del plantel profesional. Pero llegó el Covid y con el parate la difícil decisión de Ezequiel de dejar el fútbol.

 

 

Ahí empezó con el Kickboxing. “Tenía 20 años y empecé a canalizar y a entender muchas cosas. Me propuse salir campeón de San Luis, salir campeón de Cuyo y me dije que si me quiero dedicar a esto tengo que demostrármelo a mí, ponerme un gran objetivo y conseguirlo”. A los seis meses ya lo había alcanzado.

 

 

 

 

 

El próximo paso fue radicarse en un lugar “donde se pueda vivir del deporte, donde pueda trabajar, tener peleas más constantemente y más oportunidades. No me costó mucho asimilar que para vivir mi sueño tenía que tomar una gran decisión y ahí fue cuando me vine a España”. Recuerda Ezequiel estar en su casa de San Luis frente a la computadora para elegir hacia dónde sacaria el pasaje. Barcelona fue el lugar indicado.

 

 

Dejó en San Luis a su familia más chica y también a sus abuelas, a las hermanas de su padre y a un puñado de primos, “somos todos muy cercanos, muy unidos”, agregó Ortiz.

 

 

La primera pelea que tuvo fue por Maidana Promotions, la productora del ex campeón del mundo de boxeo Marcos “Chino” Maidana. Y desde entonces comprendió que su mejora sería en proporción de la categoría de los rivales. “Para para crecer y mejorar hay que buscar los desafíos. Porque uno termina poniéndose a la misma altura de situaciones que van pasando en su vida”, sostiene como método de trabajo.

 

 

De aquellos primeros años en Barcelona donde trabajó en un bar afroamericano “poniendo copas” a la actualidad en la que le dedica seis horas diarias al entrenamiento, Ortiz profesionalizó su carrera. Se levanta todos los días a las cinco de la mañana y hace estiramiento, meditación y lectura. Después entrena unas tres horas diarias que divide entre grappling, MMA y trabajos de flexibilidad.

 

 

La casa del puntano es un verdadero centro de entrenamiento que comparte con sus dos mejores amigos (“que son parte de mi equipo”) y con quienes armaron un grupo llamado “Warrior of Hot” que se dedica a la gimnasia, la nutrición y los hábitos de la persona. “Ayudamos a la gente a crear un estilo de vida sano para que pueda desarrollarse y conseguir sus objetivos”.

 

 

El esfuerzo y la dedicación le dieron primero el campeonato de Cataluña y después el de España. “Obviamente me costó, pero lo conseguí. Son objetivos trazados que me demostraron que sí se puede, que con creer y tener fe es posible conseguir las cosas, pero hay que trabajar en uno mismo”.

 

 

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