Cómo impacta la merma de la coparticipación en la gobernabilidad de los municipios
La reducción de fondos pone en jaque la administración de las comunas, que tienen que hacer verdaderos malabares para afrontar sueldos, asistir a los vecinos en múltiples necesidades y mantener los servicios más elementales.
La coparticipación, mecanismo crucial para la distribución de recursos entre los distintos niveles de gobierno, se encuentra en el centro del debate público frente a las reducciones de los montos transferidos a los municipios. Estos recortes de ingresos no significan un mejor ajuste contable, sino que representan un verdadero desafío significativo para la administración de las localidades, ya que se genera un impacto directo en la capacidad de las municipalidades para operar y responder a las demandas de los ciudadanos. Para dar una idea, esto afecta desde la obra pública hasta los servicios más esenciales. Por eso, el drama directo daña de lleno a la gente, al sector público e incluso al ámbito privado.
La situación actual plantea una serie de interrogantes sobre la sostenibilidad financiera de los municipios y las consecuencias que estas restricciones pueden tener en la provisión de prestaciones claves, la estabilidad de las economías locales y la propia gobernabilidad. Todo lo que tenés que saber para entender las implicancias de esta coyuntura.
Un problema serio
La coparticipación es un sistema donde se distribuye parte de los impuestos recaudados entre los distintos niveles de gobierno, incluyendo a los municipios. Cuando este esquema se reduce o directamente se paraliza, las comunas pierden una fuente clave de ingresos.
Esto puede causar la reducción de la inversión, con fondos menores o inexistentes para las obras públicas, la infraestructura y desarrollo local. También puede provocar dificultades para mantener y mejorar la calidad de los servicios como la limpieza, la seguridad, la salud, entre otros.
Pero al mismo tiempo, ocasiona un drama de desigualdad, donde se acentúan las diferencias entre los municipios, según su amplitud de recursos, complicando el desarrollo equitativo.
Otro drama es la presión fiscal, donde los municipios pueden verse obligados a aumentar impuestos locales o tasas, lo que lleva a un impacto en los vecinos y en las empresas locales.
Menos dinero, más desigualdad
Quizá una de las principales preocupaciones en las localidades, es la obra pública. La gente advierte muchas veces la necesidad de la generación de iniciativas, como pueden ser las viviendas sociales, pero la realidad es que si los ingresos son cada vez más escasos, esto se torna literalmente imposible. Y al no haber obra pública, tampoco hay trabajo ni desarrollo, generando un círculo de estancamiento que es muy difícil revertir.
Por mencionar un ejemplo, los municipios tienen gastos como los sueldos de los empleados, que a su vez demandan aguinaldo, seguro y diversas condiciones como los aportes jubilatorios y la obra social. Todo ello se pone en riesgo cuando las comunas tienen menos fondos. ¿Cómo hacen para cumplir con estas obligaciones si se les cierran las fuentes de ingresos?
Lo propio ocurre con la recolección de basura, que requiere el mantenimiento de camiones, combustible, entre otras cosas. O el tema del corte del césped, donde las máquinas necesitan un cuidado específico. Otro esquema que se ha visto en medio de la encrucijada es la energía eléctrica, donde en medio de los aumentos de la luz se han advertido complicaciones con la luminaria pública o el sostenimiento de servicios como en los casos de jubilados que cobran la mínima, que no pueden pagar sus boletas y que son asistidos por las intendencias.
La salud, un problema urgente
Las intendencias, fundamentalmente del interior profundo, cumplen un rol clave en la salud. Cuando los hospitales no tienen recursos, como sucede en los tiempos actuales, y la gente tiene que acceder con urgencia a medicamentos elementales para afecciones crónicas, o en las demoras de Dosep en cuestiones como las insulinas, los que están para garantizar la salud son los municipios, que afrontan gastos de transporte para asistir a los vecinos. La merma de coparticipación es una amenaza latente en este sentido.
Algo similar ocurre con los sepelios. Cuando la gente no tiene recursos para afrontar los servicios fúnebres, las intendencias se hacen cargo de ello. Pero el cálculo es lógica pura: si no hay dinero, cada vez se dificultan más estas cuestiones.
Red de agua y cloacas, una odisea
Otra cuestión que puede causar verdaderos dramas frente a la falta de recursos es el mantenimiento de la red de agua. Lo mismo pasa con las comunas que tienen cloacas, que demandan un esquema concreto de preservación.
¿Cómo hacen los intendentes para afrontar esta situación? Algunos tienen que recurrir a aumentar impuestos, otros reducen la frecuencia de servicios como la recolección de basura. Y, seguramente, quedarán otros que cuando se rompa un foco no lo puedan cambiar con celeridad.
Cuando se rompe un caño o una bomba de agua, por ejemplo, se generan circunstancias de gastos muy grandes, que se miden muchas veces en millones de pesos. Lo mismo los programas de bacheo que tienen que desarrollar las comunas. Todos gastos que no se pueden prescindir, pero que están cada vez más asfixiados por los recortes en la coparticipación.
Un escenario que duele
Otro ejemplo que se ve atravesado por la merma de ingresos, tiene que ver con los jubilados y pensionados que en el interior no tienen gas y deben acceder a la garrafa. En estos casos las comunas se hacen cargo de dichos gastos. Pero ¿Cómo podrán sostener esto si cada vez hay menos plata?
En este sentido, hay que tener en claro una cuestión, absolutamente objetiva. Cuando se vean cada vez más complicaciones en la asistencia a jubilados, a personas con discapacidad, cuando se vean comercios con menos ventas, cuando se advierta un panorama con pocas o inexistentes obras públicas, cuando se sientan impactos en la recolección de residuos y otros servicios en los municipios del interior, cuando los salarios estén en peligro, hay que recordar el efecto dominó de la reducción de la coparticipación. Las municipalidades, especialmente aquellas más alejadas y con presupuestos menores, no pueden hacer magia. Sin dinero, la administración es insostenible.


Más Noticias