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La Gran Brecha de la IA

La IA tiene un potencial inmenso, pero su camino está lleno de fricciones, límites culturales y desafíos técnicos que el marketing a menudo ignora. Por Alicia Bañuelos 

Por redacción
| 31 de agosto de 2025

Vivimos en una era de promesas audaces sobre la inteligencia artificial (IA). Informes como el Tech Trends 2025 de Deloitte pintan un futuro donde la IA será tan invisible y fundamental en nuestras vidas como la electricidad, automatizando tareas y potenciando la creatividad de formas nunca antes vistas. Sin embargo, la realidad en el terreno empresarial cuenta una historia muy diferente y mucho más compleja.

 

Un revelador estudio del MIT pone el foco en lo que denomina la "Brecha de la IA": un abismo que separa la promesa tecnológica de su aplicación real. A pesar de que se han invertido miles de millones de dólares, un abrumador 95% de las organizaciones no está obteniendo ningún retorno tangible de la IA. Solo un selecto 5% ha logrado cruzar esta brecha, convirtiendo proyectos piloto en herramientas que verdaderamente transforman sus operaciones y generan valor. Este choque entre el optimismo futurista y la cruda realidad de la implementación define el panorama tecnológico para los próximos años. La IA tiene un potencial inmenso, pero su camino está lleno de fricciones, límites culturales y desafíos técnicos que el marketing a menudo ignora.

 

 

 

De Modelos Gigantes a Agentes Autónomos: La Promesa vs. la Práctica

Una de las evoluciones más comentadas es el paso de los modelos de lenguaje gigantes (LLM), como el que impulsa a ChatGPT, hacia herramientas más sofisticadas. La tendencia apunta a dos nuevas formas de IA: los modelos pequeños y especializados (SLM), que son más eficientes y precisos para tareas concretas, y los agentes autónomos. La visión de Deloitte es que pronto pasaremos del "hay una app para eso" al "hay un agente para eso". Un agente no solo redactaría un informe, sino que podría enviarlo por correo, agendar una reunión para discutirlo y realizar un seguimiento de las acciones acordadas, todo sin supervisión constante.

 

Sin embargo, aquí es donde la "Brecha de la IA" se hace más evidente. El informe del MIT revela que la mayoría de los pilotos de estos sistemas avanzados fracasan estrepitosamente. El principal obstáculo es la "brecha de aprendizaje": los sistemas actuales carecen de memoria a largo plazo, no aprenden de la retroalimentación de los usuarios y no logran adaptarse al contexto específico de una empresa. Por esta razón, para tareas complejas o críticas, el 90% de los profesionales sigue confiando más en un colega humano que en una IA.

 

 

 

El Regreso del Hardware: Más Potencia, Mayor Costo

Durante la última década, el software ha sido el rey indiscutible de la innovación. Ahora, como afirma Deloitte, "es el turno del hardware". La revolución de la IA no puede sostenerse sin una nueva generación de chips especializados, procesadores neuronales y dispositivos diseñados específicamente para las complejas operaciones matemáticas que requiere la IA. Esta tendencia promete ejecutar modelos de IA directamente en nuestros teléfonos u ordenadores sin necesidad de estar conectados a la nube, lo que se traduce en mayor velocidad y privacidad. Además, abre la puerta a una nueva era para el Internet de las Cosas (IoT) y la robótica avanzada.

 

Pero esta explosión de potencia tiene un contrapunto crítico: el impacto ambiental y energético. El entrenamiento y funcionamiento de los modelos de IA son increíblemente demandantes. Se estima que la demanda eléctrica de los centros de datos globales podría triplicarse en la próxima década, llegando a consumir tanta energía como un país entero. Esto plantea una pregunta fundamental que no puede ser ignorada: ¿es sostenible esta revolución tecnológica sin agravar la crisis climática?

 

 

 

Computación Espacial: El Puente Entre lo Físico y lo Digital

Otra de las tendencias que está ganando impulso es la computación espacial, una tecnología que busca fusionar el mundo digital con nuestra realidad física. Utilizando sensores, cámaras y gafas de realidad aumentada, permite superponer información digital sobre objetos reales o crear "gemelos digitales": réplicas virtuales y funcionales de sistemas complejos. Las aplicaciones son fascinantes y van desde un cirujano que puede ver un modelo 3D de los órganos de un paciente durante una operación, hasta un ingeniero que gestiona una fábrica a través de su gemelo digital, optimizando la producción en tiempo real.

 

No obstante, esta fusión de mundos también abre serios dilemas sobre la privacidad y la vigilancia. ¿Qué implicaciones tiene que nuestros movimientos en un espacio de trabajo o en una ciudad puedan ser constantemente registrados, analizados y predichos por algoritmos? La línea entre la eficiencia y la intrusión se vuelve cada vez más delgada, y como sociedad, apenas comenzamos a debatir sus límites.

 

 

 

Ciberseguridad y el Desafío Cuántico

Mirando hacia el horizonte, la computación cuántica representa una amenaza existencial para la seguridad digital tal como la conocemos. Los expertos advierten que, cuando estas supercomputadoras maduren, serán capaces de romper los sistemas de encriptación que protegen nuestros datos bancarios, comunicaciones y secretos de estado. Deloitte es tajante en su advertencia: "No actuar en la criptografía post-cuántica no es una opción".

 

Sin embargo, la realidad de las prioridades corporativas es muy distinta. El estudio del MIT muestra una peligrosa desconexión: las organizaciones tienden a invertir mucho más en áreas visibles y de retorno rápido, como el marketing y las ventas, que en defensas críticas pero menos glamurosas como la ciberseguridad. Mientras los expertos se preparan para una amenaza futura, muchas empresas descuidan sus defensas actuales, creando una vulnerabilidad que podría tener consecuencias devastadoras.

 

 

 

Conclusión: Una Década de Fricción y Aprendizaje

El futuro tecnológico de 2025 no es una autopista de alta velocidad hacia la innovación, sino un camino lleno de curvas y obstáculos. La visión optimista de una IA omnipresente y perfectamente integrada choca frontalmente con la realidad del 95% de las empresas que, hoy por hoy, no ven resultados.

 

La gran lección de esta "Brecha de la IA" es que la tecnología por sí sola no es una solución mágica.

 

El éxito no dependerá de tener los modelos más grandes o el hardware más potente, sino de la capacidad de una organización para integrar sistemas que aprenden, se adaptan y aportan un valor real y medible.

 

Los próximos años serán menos sobre la fantasía de la IA y más sobre el arduo y necesario trabajo de cerrar esa brecha.

 

 

Ilustración: UTPBA

 

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