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La repatriación natural de Guadalupe Mediavilla

Luego de una década en México y Francia, la compositora está de regreso en Villa Mercedes, con ganas de quedarse. "Rotos y todo, los argentinos somos bonitas personas", dijo. Viene con un disco nuevo de título explicativo: "Volver a mí". 

Por redacción
| Hace 5 horas

A lo largo de su vida, Guadalupe Mediavilla tomó a menudo decisiones fuertes en cuanto a su residencia. Irse de Villa Mercedes cuando era muy joven, continuar su carrera musical en México, pasar un tiempo en Cataluña y luego establecerse en el sur de Francia para vivir en comunidad con una huerta y rodeada de artistas y artesanos. Una década después, la cantante y compositora parece decidida a volver a su pago.

 

 

Aunque nunca se sabe en el itinerario de una nómade orgullosa como “Lupe”, el regreso está acompañado de su tercer disco, convenientemente titulado “Volver a mi” que comenzará a presentar el viernes 19 de septiembre en Portal 271, de Villa Mercedes, y seguirá el 11 de octubre en La Proa. “Estar acá es muy fuerte, siento algo muy bonito. Después de un buen tiempo, que decida venir y tener ganas de hacer cosas acá me parece movilizante. Yo creo que es un buen momento para sembrar y para compartirse”, dijo desde Villa Mercedes.

 

 

Su paso por el país tendrá sedes en su ciudad natal, en Traslasierra, en Mendoza y giras por Buenos Aires y el norte, tan entusiasmada está Mediavilla de regresar a Argentina, pese al momento social. Aseguró la cantante que el hecho de vivir afuera le permitió hacer una descripción identitaria nacional, que es muy favorable: “Tenemos algo que nos distingue como argentinos, un calor, una pasión que llevamos. Somos gente solidaria que se expresa mucho. Hay un un ser argentino que se busca la vida, somos muy resilientes. Que estemos rotos, también nos hace bonitos”.

 

 

Entre los muchos temas que indagan a Mediavilla tanto en su vida artística como en la personal, el de la comodidad es uno que le llama mucho la atención. Tiene una teoría al respecto que dice que la gente que está muy cómoda no es muy feliz. “Para mí la incomodidad hace que uno pueda atravesar ciertos espectros de desafíos de la vida que te hacen un poquito más sabio, expande más”.

 

 

Pero la preocupación central de la villamercedina es la cuestión ambiental, una idea que repite en sus discos de manera constante y que en “Volver a mi” se hace aún más evidente. Mediavilla dice que le inquieta que las actuaciones gubernamentales al respecto se desarrollen cuando el daño ya está hecho en lugar de invertir para prevenirlo.

 

 

En ese punto, el rol de los artistas es para la cantante no solamente concientizar desde un lado racional sino que debe alargarse a conectar de corazón con la naturaleza, sin el lado romántico. “Convivir con ella es duro, el mundo rural lo es. Hay que soportar climas extremos, hay que vivir en situaciones en las hay que activar demasiado el cuerpo, hacer leña, custodiar la huerta, es todo un ciclo”, advirtió.

 

 

El agua, la montaña, las plantas y el cielo son elementos constantes en la vida y en la música de Guadalupe que está convencida que el cuidado del medio ambiente consiste en ponerlo en práctica uno mismo, desde la experiencia, y luego empezar a vigilar qué hacen los estados.

 

 

También estudiosa de la Astrología, Mediavilla mostrará en sus próximas presentaciones el disco completo en el que además de la guitarra regresó al acordeón, un instrumento que tocó mucho en su paso por México pero dejó de lado en su estancia europea. El “Volver a mí” que propone la villamercedina en el nombre de su disco es un regreso a la canción folclórica, por más que en su obra le esquive a la corriente tradicional del género.

 

 

“Soy de romper las estructuras, de la escuela de Violeta Parra, de romper la métrica”, se describe la cantante, quien busca sonidos rupturistas o ligados a la improvisación en sus intepretaciones.

 

 

El disco comienza con una copla, “Hay que mirar la sombra”, y termina con “Le Papillón”, cantada en francés, un idioma que Guadalupe aprendió cuando se fue a vivir allí. Además, Mediavilla canta en portugués “As mininhas sauvages” para recordar la mucha música brasileña que escuchó en su infancia en parte gracias a su hermana Marysol –también música- y repite su compromiso con la naturaleza en “En la montaña”, “Mujer de agua” y “Primavera”. Pero el tema más emotivo es “Tierra de espinas”, un recuerdo a la masacre del dique La Sepultura, en el valle del Conlara, pero también a su bisabuela, Delicia Silva.

 

 

“Es la mamá de mi abuela que me crió y su historia es muy fuerte porque fue una mujer que vivió en la montaña, sola, con los animales y con el agua que le bajaba. Era una nativa con una piel bastante negra y su vida me despertó muchas preguntas” , agregó.

 

 

“Volver a mí”, la canción, es para Guadalupe, finalmente, concretar el plan de volver al plano de lo solitario, de retomar la experimentación de vivir en lugares alejados, donde se tenía que proporcionar su propia medicina surgida de las plantas. “Hacía años que no iba a una farmacia”; bromeó. Y es, por supuesto, volver a la naturaleza, “volver a una reconexión de lo simple”, como ella misma lo define. “Que con tres acordes, el ritmo y la melodía de la zamba o de un tango el mensaje llegue. Estaba haciendo cosas muy complejas con músicos que tocan mucho, que vienen del del jazz y otros lenguajes pero ahora prefiero concentrarme en lo más sencillo”.

 

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