Golpes de crecimiento

María Laura Marín nació en San Luis, estudió en la Escuela Normal "Juan Pascual Pringles" y se recibió como bailarina de folclore en la Academia de Carlos Adorno y Jorge Piquillem. A los 17 años y tras finalizar el secundario, se radicó en Buenos Aires, donde comenzó a estudiar medicina y aunque después probó con otras carreras como psicología y agronomía, su vinculación con el arte fue permanente. Ésa podría ser una reseña inicial de una vida dedicada al arte.

“Siempre bailé en San Luis, pero cuando me vine a Buenos Aires no pensaba seguir con la danza, en mi familia no se concebía esa opción”, recordó la joven, que vivió seis años en Córdoba donde hizo teatro callejero y danza, aunque no profesionalmente.

Al volver a Buenos Aires, Laura tenía decidido ingresar al Ballet Nacional pero la competitividad de ese medio direccionó a la puntana hacia otro camino.

Marín se inscribió en el Instituto Universitario Nacional del Arte, donde estudió expresión corporal y por medio del guitarrista cordobés Ica Novo conoció a los hermanos Koki y Pajarín Saavedra. Laura estaba lista para comenzar su mayor formación como bailarina.

“Ellos estaban armando su compañía, me puse a bailar con ellos y dejé todo lo demás porque era un entrenamiento de muchas horas” describió Laura. En la revista Cooltura de hoy, hay una nota a los hermanos santiagueños en donde recuerdan a la puntana.

“Cumplí un ciclo como todo y seguí sola”, recordó la bailarina al mencionar el final de su relación con los Saavedra. 

Con sus compañeros de academia integró distintas formaciones de danza, estudió percusión junto a Facundo Farías Gómez, hijo del “Chango”, y empezó un nuevo perfil para su carrera, que por entonces estaba comenzando.  

En el grupo de Hugo “Cuervo” Pajón, Laura tocaba el cajón y el bombo. “Me empecé a meter en la música sin dejar la danza y después de un tiempo ya me quedé haciendo las dos cosas.”

Años después junto a María Victoria “Pampi” Torres y Martina Ulrich –actual baterista de Peteco Carabajal- formaron “Triura”, una banda que solía acompañar a "El Cuervo" y a Peteco Carabajal. 

Dentro de su currículum musical también acompañó a Laura Ross, hija de Tarragó y esposa del ex baterista de Divididos, Federico Gil Solá.

“Al día de hoy, cuando ella toca en formato acústico me invita, pero en este momento está con una formación más eléctrica”, destacó Marín. 

Actualmente Laura toca junto a Paula Suárez, una artista de una reconocidísima familia santiagueña, en “El Vislumbre del Esteko”, considerada parte de una nueva generación folclórica que se mantiene en el vasto ambiente “under” del género. 

Con algunas lesiones encima y menos tiempo para hacer ensayos intensivos, Laura sigue bailando, aunque con menos frecuencia si se lo compara con sus años junto a los hermanos Saavedra. “Cómo me apasiona la música no me hago mucho problema, pero suelen invitarme a bailar zambas cuando estoy tocando y no puedo decir que no”, declaró.

Pese a que su hábitat es el folclore, Marín es una artista que se anima a todo. “La última invitación importante que tuve fue de Maria Volonté, una cantante de tango que es una belleza absoluta”, describió Laura, quien mantiene una vida junto al arte y junto a su hija Abril, que sigue sus pasos, en Buenos Aires. 

Su recuerdo de San Luis es muy grato y cada oportunidad de mostrar su arte aquí fue bien aprovechada. “Me encantaría tener un poco de trabajo acá en Buenos Aires y otro poco en San Luis, creo que la vida misma me tendrá que llevar a eso”.