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Juzgarán a un hombre por abusar de una hija y una hijastra

Está preso desde el año pasado. Los manoseos ocurrieron durante los 12 años que convivió con las menores. Los ultrajes fueron denunciados en el 2015.

Por redacción
| 31 de agosto de 2020
Cámara Penal 1: Los jueces que juzgarán a D.L. son Hernán Herrara, Virna Eguinoa y Sebastián Cadelago Filippi. Foto: Archivo

Mañana, a cinco años de haber sido denunciado, D.I.L. comenzará a ser juzgado en la Cámara Penal 1 de Villa Mercedes. Los delitos por los cuales está en juego su libertad, aquella que perdió hace casi dos años cuando fue procesado con prisión preventiva, fueron no solo abusar de su hijastra sino también de su propia hija, en los 12 años que convivió con las menores.

 

El hombre de 38 años fue procesado en noviembre de 2018 por "Abuso sexual simple calificado por la situación de convivencia preexistente y ser la víctima una menor y por el vínculo". Los elementos que el juez instructor penal 1 Alfredo Cuello consideró en su momento para procesarlo no fueron pocos.

 

En su acusación, el fiscal Maximiliano Bazla mencionó, entre esas pruebas, el informe y la declaración del licenciado que examinó a las víctimas en la cámara Gesell. De dichas entrevistas, el especialista determinó la existencia de un trauma de origen sexual. Otro de los elementos probatorios considerados fueron los testimonios de la madre y de un tío de las nenas. Ambas declaraciones confirmaban lo relatado por las adolescentes.

 

Según las pruebas, el primer episodio de abuso que sufrió F., la hijastra del acusado, sucedió cuando ella apenas tenía cinco años. De acuerdo a lo que la víctima contó, D.L. la llamó para que fuera a su dormitorio y le pidió que lo tocara en sus partes íntimas.

 

El resto de los ultrajes, en su mayoría manoseos, ocurrió entre 2008 y 2012, en 2015 y 2016.

 

Además de tocar a la menor, el acusado la espiaba cuando se bañaba. La última vez que la manoseó fue cuando la chica estaba en su pieza. De acuerdo a las declaraciones, la madre de F. vio todo lo que pasaba, pero como no pudo creerlo, su hija discutió con ella y decidió irse a vivir con su tía abuela.

 

Los ultrajes a L., la hija del acusado, comenzaron cuando ella tenía 6 años. Sucedían en su mayoría a la mañana, cuando su madre trabajaba. El hombre le decía que jugaran a las escondidas en la cama y, cuando la nena estaba bajo las colchas, la manoseaba. También se aprovechó de ella una vez que la niña intentaba bañarse, con el brazo quebrado.

 

Él, con la excusa de ayudarla, la tocó cuanto pudo.

 

Por todas esas pruebas, el fiscal de Instrucción solicitó que sea condenado a ocho años de cárcel.

 

 

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