La porosidad de los lienzos

Un Winnie Pooh dentro de una calavera que grita por miel, una chica comiendo un helado con la cara de Mickey Mouse y la peculiar mirada de Johnny Deep que surgía desde el brazo de una mujer. Esos fueron algunos de los personajes, ficticios o reales, que salieron a jugar y salpicar partes de cuerpos humanos para adherirse a ellos de forma permanente en la sexta edición de la Monsters Tattoo Expo. 

Este fin de semana largo el Centro de Convenciones de La Punta fue sede del encuentro de tatuadores, creado por un grupo de artistas locales y que todos los años se disputa en la provincia. Con profesionales de todo el país y del extranjero, la gente de San Luis tuvo la oportunidad de materializar sus fantasías con tintas permanentes y, en la gran mayoría de los stands, a un costo bastante menor (hasta un 50 por ciento) que el que se encuentra normalmente en un estudio de la provincia.

Con el sonido ambiente del girar de las bobinas de las máquinas tatuadoras, el enorme espacio que se dispuso para la ocasión invitaba a los visitantes a subirse a las camillas y sumarse a la experiencia de intervenir la piel con un dibujo, una palabra, piercings o prótesis faciales.

Algunos, previsores, fueron con un turno debido a las dimensiones de sus piezas, y otros se ofrecieron como lienzos para que los tatuadores pudieran competir en las diversas categorías que estableció la organización. Algunas de ellas fueron realismo, tattoo oriental, old school y estilo libre.

En cada uno de los tres días (viernes, sábado y domingo) los jueces eligieron a un ganador. Entre ellos se disputó el premio mayor al Mejor Tatuador de la Expo, quien ganó un lugar en la décima Convención de Tatuajes en La Plata, a realizarse en noviembre.

Al pequeño movimiento de las agujas, lo acompañaron grandes pasos de baile e intervenciones musicales arriba del escenario que se dispuso para el Urban Survival Fest. Los artistas a micrófono abierto y las competencias de freestyle protagonizaron las tardes de la reunión y el inicio de la actividad nocturna, que culminó todos los días alrededor de  las 21.

A eso, se agregaron stands de ventas de productos relacionados con el mundo del tatuaje, como tintas y elementos de realización, y otros que le dieron al lugar un estatus de feria y ofrecieron remeras, medias y otros accesorios.

Sin embargo, el protagonista del evento, si de materia cultural se habla, fue el espectáculo de suspensión, que mostró estructuras humanas sostenidas únicamente por dos puntos de apoyo, unos ganchos conectados directamente a la dermis de sus espaldas.

Una vez superada la impresión inicial, la del dolor, un concepto que circundó toda la expo, se abrió paso al embelesamiento ante la resistencia de la piel y lo artístico de sus pliegues.

Durante tres días en ese espacio alejado de la ciudad de La Punta, con estructura que intenta camuflarse con las sierras, proliferaron las realidades paralelas, donde todo podía ser posible sobre esos lienzos rugosos e imperfectos, pero ideales en su contradicción.