Tamboras, en el "Mauricio López": la bendición del ritmo

Audaces y encantadoras, dos niñas con brillos en sus pómulos y movimientos impredecibles se ubicaron al pie del escenario y observaron cómo el ensamble de percusión femenino Tamboras desarrollaba su espectáculo “De Cuyo hasta Colombia” en el auditorio “Mauricio López” el domingo por la noche.

Las dos pequeñas fueron la descripción exacta de lo que vivió el resto del público que asistió al concierto. Si fuera por ellos hubieran disfrutado del show al igual que las espectadoras que no pasaban el metro y medio: lejos de las butacas, muy cerca de las artistas, con la opción de que los cueros del tambor retumbaran el corazón.

El concierto fue exquisito. Las Tamboreras, que cuentan con instrumentos de percusión de distintos tamaños más guitarras, flauta traversa y maracones, invitaron a colegas bailarinas, cantantes y escritoras que terminaron de coronar una noche diferente. De punta a punta, con sonidos que ambientaron el lugar, llevaron al público a un viaje por el continente.

El recorrido comenzó en el pueblo huarpe con un canto ancestral que esparció protección por todo el recinto. Subidas a un medio de transporte imaginario, por momentos un barco, en otros una canoa y en otros pasajes un tren, las músicas pasearon por los ritmos musicales que describían cada región como la copla, que les dio la bienvenida al espectáculo con la aparición de algunas integrantes desde las escalinatas y otras en el escenario. Juntas le cantaron al carnaval, a la chaya, a la albahaca, al algarrobo y a la lluvia.

Mabel Redona fue la encargada de darle sentido a cada cuadro musical con un poema que acompañó con la firmeza de su voz, que sabe de encuentros y luchas. Así habló de la soledad, el pueblo, los cabellos trenzados y la comunión de los tambores.

Cuecas, chacareras y aires de tonada describieron a las regiones argentinas con la voz de Marianela Arce que en cada melodía demostró el legado talentoso que le dejó su padre, el recordado Luciano “Chango” Arce. Los ritmos fueron acompañados por bailarinas que dejaron de lado lo tradicional para sentir en sus pies la esencia del folclore.

Lo destacable fue que la mayoría de las canciones que interpretó el ensamble fueron de creación propia, con letras que hablaron de la unión y la fortaleza de las mujeres.

Las Tamboreras no se olvidaron de ningún ritmo latinoamericano. Pasaron por el candombe del Río de la Plata con bailarinas que agitaron sus polleras y llegaron hasta el Caribe colombiano con un bloque de tres cumbias, entre ellas, “La Zenaida”, la hermosa pieza tradicional que trajo la danza de la vela donde una de las intérpretes no dejó que caiga ni que se apague la vela encendida en sus manos.

Un salto en el viaje latinoamericano, que terminó de ambientarse con el sonido del mar, el trinar de los pájaros y el viento, fue el cuadro que armaron con tambores africanos que rememoraron los ritmos que trajeron consigo los esclavos con instrumentos propios, danzas y tradiciones musicales.

La última plegaria de la noche fue “Escudo para mi tambo”, interpretada por Nini Limón en la voz y que terminó de darles la bendición a las Tamboreras luego de una noche única para ellas e inolvidable para el público.

Redacción/MGE