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Cirugías estéticas: ética médica e ideales de belleza bajo el bisturí

Detrás del trazo preciso de los cirujanos hay una industria cultural, social y económica que sustenta modelos hegemónicos, donde las mujeres predominan dentro del quirófano por intervenciones plásticas o sostienen un concepto irreal de amor propio.

Por redacción
| 18 de julio de 2023
El podio. Las tres intervenciones quirúrgicas que más se realizan en Argentina son cirugías en mamas, lipoaspiraciones y dermolipectomía abdominal. Foto: Internet.

La edad promedio de uso de TikTok es de 12 a 24 años y más del 54 por ciento de sus usuarios son mujeres. Casi 440 millones de niñas, adolescentes y jóvenes tienen acceso rápido a una aplicación en la que uno o varios filtros les permiten ver cómo les quedaría una rinoplastia, un aumento de labios, una bichectomía, una liposucción o reducción de cintura y hasta un proceso riesgoso y racista como el blanqueamiento de la piel.

 

En Argentina, el 70 por ciento de las mujeres está disconforme con su cuerpo, según las cifras de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), mientras que el 60 por ciento asegura que debería bajar de peso. El estudio fue realizado en 2021 y es la única estadística oficial que existe referida a la relación que las argentinas tienen con sus cuerpos.

 

“Es difícil generalizar las razones exactas detrás de esta cifra, pero algunas posibles explicaciones pueden incluir la influencia de los estándares de belleza, promovidos por los medios de comunicación y la industria de la moda; la presión social y cultural para cumplir con ciertos ideales de belleza; la comparación con los inalcanzables presentes en las redes sociales, y la falta de aceptación y valoración de la diversidad de cuerpos”, desglosó Miriam

 

Holmes, psicóloga, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

 

Según la terapeuta, la imperiosa necesidad de cumplir estándares de belleza puede llevar a la dismorfia corporal, entendida como una preocupación excesiva y obsesiva por algún defecto mínimo e inexistente. Esto puede derivar en comportamientos compulsivos, como mirarse constantemente en el espejo, compararse con los demás y buscar procedimientos médicos o cirugías estéticas para corregir el defecto percibido.

 

“En el país no tenemos estadísticas fidedignas en referencia a las cirugías plásticas que se realizan. Igualmente, sabemos que, en proporción, la mujer es quien más intervenciones estéticas demanda, aunque ahora hay mucha más incursión del hombre y con la Ley de Identidad de Género crecieron las intervenciones de reasignación de sexo”, informó Jorge Ricardo Wetzel, cirujano plástico y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (Sacper).

 

El especialista agregó que el ranking de cirugías más pedidas lo encabeza el aumento —con prótesis—, reducción y levantamiento de mamas; seguido por la lipoaspiración, la dermolipectomía abdominal —retirar exceso de grasa—; la rinoplastia, y, luego, todo lo relacionado con los liftings y procedimientos faciales especializados.

 

“Casi el 95 por ciento de los casos de mala praxis en cirugías estéticas son de mujeres. Por lo general, la mayoría son por temas de implantes de mama; luego, la rinoplastia, o sea las cirugías de nariz que quedan mal o con daños funcionales respiratorios, y, en tercer lugar, las complicaciones vinculadas a las liposucciones”, detalló Marcelo Lubieniecki, médico y abogado especializado en mala praxis.

 

Algunos de los riesgos de estas intervenciones contemplan complicaciones relacionadas con la anestesia, infecciones, sangrados, acumulación de líquido o una de las más graves: deficiencia renal, que es lo que le sucedió a Silvina Luna y por lo que está internada hace más de un mes, a la espera de un trasplante.

 

“A veces hay cuestiones que son inevitables, pero la gente tiene que entender que cuando inicia un proyecto de una cirugía plástica hay que tener mucho cuidado en saber con quién y en dónde se va a operar, y los costos de estas cirugías, que todo el mundo sabe que son caras. Esas diferencias son las que pueden traer el riesgo en experiencia del médico y en la calidad de los materiales que se usan”, resaltó Lubieniecki.

 

El cirujano del Sacper explicó que para evitar situaciones como la que le sucedió a la modelo es importante, como primer paso, buscar un profesional calificado dependiendo la intervención a realizar, ya que no todos los profesionales de la salud están habilitados para inyectar productos en el cuerpo. Para eso, la página de la sociedad tiene un listado a nivel nacional con todos los especialistas avalados.

 

Luego, una vez en la consulta, es importante verificar que sea el especialista solicitado a través de un QR que deben tener en su oficina, que constate su matrícula, para luego comenzar con la entrevista, donde el profesional tiene la obligación de dar todos los detalles sobre la intervención, los riesgos y mostrar dónde se va a realizar la cirugía. Si bien no es obligatorio tener un espacio de terapia intensiva, sí debe poseer la contratación de un espacio de alta complejidad en caso de necesitar un traslado.

 

“El cirujano tiene que firmar un consentimiento sobre el procedimiento que se va a hacer, cómo se llama, en qué consiste y si va a colocar una sustancia, cuál es; la misma tiene que estar aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat)”, remarcó Wetzel.

 

Así como la tendencia que circuló hace algunos años de regalar la cirugía de implantes mamarios para los cumpleaños de quince, hay otras intervenciones que se ponen de moda a través de las redes sociales, como es la reducción de la grasa de las mejillas, con la tan nombrada en TikTok bichectomía, y que muestran los cambios en famosas como Bella Hadid, Kendall Jenner o Danna Paola.

 

“La gente ahora lee o ve sobre cirugías que antes no sabía que existían. Tuve consultas sobre la bichectomía, pero si el paciente no tiene indicación o si sacarle esa bola grasa no va a cambiar significativamente la fisonomía de su rostro, uno se lo tiene que decir. Hay mejillas que son pesadas, entonces ahí está metida la ética y si el paciente lo vio, hay que explicarle que no tiene esa misma condición y, por ende, no va a tener los mismos resultados”, razonó el miembro de Sacper.

 

En referencia a los menores de edad, el abogado aclaró que las intervenciones deben realizarse con autorización de los padres y una entrevista psicológica, y agregó: “Si viene una chica de quince años que quiere hacerse implantes de mama, honestamente, yo no lo haría”.

 

Por su parte, Wetzel coincidió en que no es la mejor alternativa, ya que el busto continúa creciendo hasta pasados los 18 años, y que lo más conveniente es, a nivel médico, esperar a que el cuerpo y los músculos se definan, y, en el plano psicológico, a que la persona pueda tomar la decisión por sí sola.

 

“Es fundamental evaluar y abordar los aspectos psicológicos antes y después de las cirugías estéticas para garantizar resultados saludables y satisfactorios. Algunas personas pueden buscar estas intervenciones para mejorar su autoestima y pueden experimentar una mejora en su bienestar emocional. Sin embargo, para otras se convierte en una forma de evitar enfrentar problemas emocionales subyacentes”, destacó la psicóloga.

 

Aunque la entrevista psicológica solo es obligatoria para los pacientes menores de edad, sí es importante que el cirujano priorice la salud mental del paciente por sobre sus intereses económicos.

 

"Hay situaciones en las que el paciente nunca se va a ver bien por más que se haga lo que se haga; cuando lo operás siempre le falta algo, encuentra una mancha o le parece grande la cicatriz. Cuando un médico bien preparado sospecha, tiene que derivarlo a un psicólogo. Lo más importante y profesional es saber decir que no, pero, por supuesto, es trabajo y hay plata de por medio", cerró el cirujano plástico.

 

En oposición a la dismorfia corporal, a la adicción a las intervenciones estéticas y a los filtros de TikTok, en redes sociales nació la corriente de "body positive": una serie de influencers que se muestran "reales" y que anuncian haber aprendido a aceptar y lucir sus cuerpos bajo la frase "amor propio".

 

"El mensaje es esencial, pero alcanzarlo completamente puede ser un proceso desafiante. Vivimos en una sociedad que promueve estándares de belleza irreales y enfatiza la comparación. Además, cada individuo tiene su propio bagaje emocional y experiencias pasadas que pueden dificultar el desarrollo del vínculo consigo mismo. Alcanzar el amor propio requiere tiempo, trabajo interior y autocompasión", reflexionó Holmes.

 

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