Pablo Mínguez terminó su primer Mundial con buenas sensaciones y mirada a futuro
El puntano sumó experiencia y muchos minutos en el certamen más importante de la especialidad. Es una de las caras del recambio. En la despedida, "Los Gladiadores" perdieron con Islandia.
El primer Mundial de Mayores del puntano Pablo Mínguez como integrante de la selección argentina de handball terminó con buenas sensaciones para el pivot y lo colocó en la elite nacional del deporte. El jugador que se desempeña en la liga italiana tuvo una notable tarea en defensa, sumó más minutos de los esperados y hasta empezó en la alineación titular en la segunda parte del torneo.
La despedida de la selección dirigida por Rodolfo Jung fue con derrota ante Islandia por 30 a 21 en la última fecha del Main Round, lo que llevará a Argentina a merodear el puesto 20 en la clasificación final, posiblemente por debajo de las expectativas pero en respuesta a la cruda realidad.
Mínguez tuvo en Croacia una tarea sobresaliente, primero por tener que adaptarse a un puesto que no es naturalmente el suyo y luego por ser el referente de la defensa central de la selección con un detalle para nada menor: recién en el último partido –en una decisión apresurada de los jueces- recibió su primera exclusión en un juego y en una posición en donde el roce físico es constante.
Tener en ese puesto a un jugador con la disciplina táctica del puntano en un alivio para cualquier seleccionador, que debería sumar el hecho de que quien usó la camiseta 27 (la edad que cumplió el día que el seleccionado le ganó a Cabo Verde) puede desempeñarse también como lateral.
El recambio al que necesariamente empujaron a “Los Gladiadores” para la etapa comandada por Jung fue la respuesta de algunas renuncias de nombres de peso en el representativo nacional como los hermanos Diego y Pablo Simonet y el puntano James Parker, todas anunciadas tras los Juegos Olímpicos del año pasado, donde también Argentina tuvo una actuación por debajo lo esperado.
Como parte de esa nueva cara que intenta mostrar la selección de handball, la presencia de Mínguez aparece como una gran opción. Terminó el Mundial con cinco goles pero con mucha actividad defensiva, en la mayoría de los casos con pivots más grandes y pesados que él, a los que contuvo con su habitual garra y prestancia.
El camino de Pablo está plagado de esfuerzo. Eso lo llevó a la convocatoria mundialista, pero también, años antes, a dedicarse handball en Buenos Aires y abandonar San Luis, su lugar, al que siempre volvió.
En cambio, el balance a nivel colectivo no es tan favorable como el que Pablo debería hacer a nivel individual. La selección nacional ganó ajustadamente los dos partidos que jugó ante rivales más débiles (Baréin y Cabo Verde), perdió por lejos con las potencias (Croacia y Eslovaquia) y no pudo estar cerca del marcador contra selecciones a las que debería aspirar a igualar en su nivel, como Egipto e Islandia.


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